—Wesley —le llamo, con los pies hundidos en el césped—. ¿Qué haces aquí?
Papá ha entrado ya en casa, y a los tres minutos de estarnos observando, corre la cortina de la ventana de la cocina y desaparece.
Wes se pone de pie con rapidez, y es rápido, fugaz, y no me lo espero. Pero Dios mío, ¡me está besando! A mí. Es mi primer beso beso, es decir, no es un juego, y está moviendo sus labios contra los míos con más ganas de lo que pensé que podría ser. Y se siente... ¿raro? Esperaba que después de los últimos días mi próximo contacto con otros labios fuera otra vez de Noah. Tengo el corazón encogido.
Apoyo las manos en el pecho de Wesley sobre su abrigo, y sus manos van de mis caderas a mis muñecas. Hasta que se separa de mí.
—Yo... Wes —me relamo los labios, y pese a que intenta acercarse otra vez, doy un paso atrás y choco con un arbusto—. No puedo, Wesley.
Por un momento el destello de sus ojos es de enfado, y al momento, es triste.
—¿Es por Noah?
¿Y por quién sino? Se supone que salgo con él.
—Sí.
Sé que Wesley podría gustarle a cualquier chica. No solo porque es súper guapo y llama mucho la atención, sino porque es listo y de ese tipo de chico transparente al que se le nota todo lo que siente con solo verlo. Eso gusta. Se lo quiero decir, merece saber que yo no soy la única y que no siempre estaré aquí, que conocerá a otra mejor de su edad que lo comprenda, pero cuando quiero abrir la boca, Wes anda con pasos duros hacia su casa. Escucho hasta como el césped helado cruje debajo de sus botas.
Dejo escapar un suspiro de cansancio. Pese a todo, Wes es un gran amigo, y Margot lo adora. Me matará por lo que he hecho.
***
Durante el desayuno, remuevo los cereales con una cuchara y papá me mira por encima del periódico que lee. Me mira un rato, perplejo, como si fuera uno de esos dibujos a los que si miras mucho rato ves la forma.
—¿Qué te pasa?
—Nada.
Sigo removiendo los cereales. Creo que los voy a triturar al final.
Margot llama a papá y con el altavoz puesto nos felicita la Navidad. Se la nota todo lo animada que yo no estoy cuando dice:
—¡Tengo por fin mi bici!
Papá y yo sonreímos. Deja el altavoz puesto mientras recoge su taza de café y el plato de sus tostadas. Si Margot estuviera aquí, le hubiera despertado la mañana de Navidad con un chocolate caliente y unos muñecos de jengibre bien ordenados en un plato.
—¿Ya la has usado? —pregunta papá.
—Iré ahora con Chase a dar una vuelta. Os llamo esta noche —dice, y cuelga al segundo.
Dejo quietos los cereales y me levanto tirándolos a la basura. Papá me coje el cuenco de las manos y lo friega. Le da un trapo varias veces para secarlo, y yo lo coloco en el armario.
Nos sentamos otra vez en la mesa, papá con el periódico en la sección de política y yo con el teléfono.
—¿Desde cuando sales con Noah?
Levanto la vista del teléfono. Papá no despega los ojos de las líneas del periódico.
Me resbalo de la silla, y finjo una sonrisa.
—Ahora vengo. Tengo que hacer algo —murmuro atropelladamente. No sé si me entiende, pero salgo corriendo de la cocina.
Me pongo la mano en la frente y corro escaleras arriba, casi me caigo de boca cuando tropiezo con un poco de espumillón de las escaleras, pero me estabilizo y sigo mi maratón hasta mi cuarto. Cierro la puerta, y abro las puertas de mi armario sacándo un chándal que no he colgado todavía en las perchas. Me lo coloco, y agarro el abrigo metiéndome las llaves del coche en el bolsillo.

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El rincón de Millard
Fiksi RemajaSierra Bomer ha abierto un blog. "El rincón de Millard". Un blog anónimo y sin censura. Critica a sus compañeros, da su opinión de los rumores, y desenmascara secretos para hacer justicia. Pero... ¿y si su anonimato deja de existir para el capitán...