El viernes por la tarde mi madre y yo decidimos hacer unas palomitas y tumbarnos en el sofá del comedor mientras veíamos el programa de Tronistas y Pretendientas. Como siempre mi madre se rió de los comentarios de Maya y soltaba alguna que otra palabra mal sonante al ver como las pretendientas de Jairo se peleaban entre ellas. Hizo algún comentario sobre lo diferente que estaba Erika des de la última vez que la vio, pero poco más. No había manifestado su opinión respecto a los movimientos de Axel, o los míos sobre el tema del vestido, la silla ardiente y la no-expulsión de Melanie al final del programa.
-Supongo que después de esto sigues pensando que Axel es un idiota.- Cogí un par de bolitas de maíz que quedaban en el cuenco vacío de palomitas y me las llevé a la boca para morderlas con fuerza.
-No dije que pensara que Axel es una idiota.- La voz de mi madre era neutral.- Dije que no me gustaba para ti.
-Entonces, ¿él sí te gusta?
-Pero no lo quiero como yerno.- Las palabras de mi madre me hicieron sonreír divertida, y ella enarcó una de sus cejas.- ¿Por qué me miras así?
-Me estaba imaginando como serían las cenas familiares en navidad si Axel terminase siendo mi pareja.
-Deja de soñar despierta y ayúdame a limpiar la cocina.
Noté como mi madre quería evitar hablar a toda costa sobre el programa, de mi actitud en plató y sobretodo de mi tronista. Pero conocía a mi madre, y sabía que si ella no había hecho ningún comentario respecto a mí, es que le gustaba como me estaba mostrando ante las cámaras. Y por otro lado, una parte de mí estaba más tranquila al saber que Axel sí le gustaba, pero lejos de mí.
Era poco, pero por el momento era suficiente.
Mis fines de semanas siempre eran muy parecidos: a primera hora de la mañana salía a correr, me duchaba e iba de cabeza a la protectora de animales como voluntaria. Paseaba varios perros, los duchaba y jugaba con ellos en un parque cerca de la zona. Por las tardes o bien aprovechaba para estar con mi madre y dar una vuelta por el centro con ella, o me llamaban de la agencia de caracterización y maquillaje para algún trabajo. De hecho, ese fue mi fin de semana, exceptuando por una irregularidad.
Cuando salí a correr por la mañana por un parque a diez minutos de mi casa, ocurrió algo que nunca pensé que pasaría. Mi madre y yo vivíamos en un pueblo pequeño a las afueras de la ciudad de Madrid, así que no era extraño saberse toda la vida de miles de extraños. Por eso mismo, me extrañó que un grupo de jóvenes –tres chicas de unos quince años- me llamaran de lejos mientras yo hacía ejercicio.
Me detuve casi al momento y las adolescentes me atraparon sonrientes.
-¿Podemos hacernos una foto contigo?
-Emmm…- Miré mi aspecto. Estaba ligeramente sudada y notaba como varios mechones se habían soltado de la coleta que me había hecho antes de salir de casa.- Claro.
Había otro hombre de unos cuarenta años que también se había levantado muy pronto para salir a correr, y una de las niñas lo detuvo y le pidió que nos hiciera una foto. El hombre muy amablemente nos la hizo, y después se marchó. Cuando yo estuve a punto de ponerme los auriculares en mis orejas, la más bajita de todas intentó entablar una conversación conmigo.
-Sabíamos que te encontraríamos corriendo por aquí.- Dijo ella con una voz entusiasta.- Leísmo en tu blog que sales a correr todas las mañanas por este parque cuando estás en tu pueblo.
-¿Mi blog?
-Lo han creado unas fans tuyas que siguen el programa de Tronistas y Pretendientas.- Me explicó otra de las chicas, esta tenía brackets rosas en sus dientes de conejo.- Las tres siempre estamos impacientes para volver a ver el trono de Axel y veros a los dos. Sois tan monos.