Cinco Hermanos

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-Subaru...Subaru-era la única palabra que repetía Shu siendo incapaz de procesar lo ocurrido. Su Subaru había muerto, era imposible que hubiera sobrevivido a tal accidente.

Todo había sido su culpa, si lo hubiera acompañado a por la daga, si al menos no hubiera dejado que se fuera....

Cayo de rodillas ante los restos de la alta torre derrumbada sintiendo como el también se desmoronaba.

-Subaru por favor...No puedes estar muerto...-Sollozaba el mayor.

Apenas fue capaz de oír la risa de Reiji detrás de el burlándose, como si tratara de corromper su alma mucho mas de lo que ya estaba.

-Podías haberle salvado, pero no lo has hecho. Que sepas que a muerto por tu culpa. Todo lo que tocas lo destruyes, normal, solo eres un bueno para nada.

Un ser maligno poseyó en ese momento a Shu. Agarro por la cabeza a su hermano y le golpeo tan fuerte contra el suelo que le abrió una brecha en la parte posterior de esta. Pero no se detuvo hay. Siguió golpeando a Reiji como un autentico animal haciendo uso de una fuerza que ni el mismo creía que poseyera.

Reiji no se esperaba semejante reacción ni que el vago tuviera tal fuerza. Como ultimo recurso saco la daga de plata de Subaru y trato de defenderse con ella pero le fue rápidamente arrebatada por el rubio quien le tomo del cuello y lo hizo girarlo para mirarle.

El pelinegro vio toda la ira, el dolor y la frustración que su hermano mayor guardaba en aquellos ojos zafiro y se arrepintió tarde de haberle hecho enfadar. Pero no abría una próxima vez donde pudiera enmendar su error y eso lo sabia con tan solo contemplar la ira del rubio.

Shu giro bruscamente el cuello de su hermano.


Los trillizos, algo alejados de los dos mayores contemplaron aterrados la escena y fueron testigo de hasta que punto podría llegar Shu cuando tocan lo que le pertenece.

Todos allí pudieron oír el sonido del cuello de Reiji al quebrarse y como su cuerpo caía muerto a los pies del mayor de la familia.

Los trillizos se largaron, sabían que si se quedaban hay serian los siguientes.

Shu no se molestó en perseguirlos, sabia que no irían muy lejos, ya los mataría en otro momento, ahora, después de que toda esa energía maligna se hubiera desvanecido, no se encontraba psicológicamente en condiciones de darles caza a ninguno de ellos.

Recogió la daga de plata del suelo y la abrazó con fuerza como si en lugar de ser un pedazo de metal inerte se tratara del alvino. No le importo que la hoja se le clavara en los brazos y en las manos. Ya no le importaba nada.

Subaru se había desvanecido.

"Es solo un momento, no me voy a ir para siempre"

Esas fueron unas de las ultimas palabras que le dijo Subaru antes de irse hacia la torre.

El llanto del rubio se intensificó al recordarlas.

-Dijiste que solo seria un momento, que no te irías para siempre. -sollozó Shu aferrándose con fuerza a la daga blanca.

La Daga Blanca  (Shu x Subaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora