El increíble talento de Rupert

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-Perdona el desorden

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-Perdona el desorden.

Miré a Rupert alzando una ceja.

-¿Esa frase es tuya? No es por ofender, sólo es que cada cosa parece tener un sitio en este caos.

Él rió.

-No. En realidad mi madre quiere que diga eso a todos los invitados. Para mí esto está perfectamente ordenado, pero ya sabes cómo son.

Reí al mirar a mi alrededor y ver el desorden que reinaba en su taller.

Había no menos de cincuenta lápices, pasteles al óleo, lapiceras y pinceles en vasos. Y otros tantos botes de pintura, de todos los tipos. Además había lienzos sin abrir contra una pared, papeles con bocetos por todo el suelo, cepillos, tijeras... Hasta una lija. Nada parecía tener un orden establecido. Simplemente estaba allí. Y sin embargo, algo me decía que él podía decir dónde estaba cada cosa con los ojos cerrados.

Rupert se dejó caer en un sofá individual que había en su taller y me señaló otro frente a él.

Me senté con las piernas cruzadas y las manos apoyadas sobre mis muslos.

-Por fin paz. Odio la atención y el ajetreo de las galerías. Qué calor. ¿Quieres beber algo? Mi casa está justo detrás.

-No, gracias. ¿Puedo preguntarte por qué de repente eres amable conmigo?

Él pareció sorprendido de que yo me hubiera dado cuenta.

-Mira... No es que tuviera razones para tratarte de forma grosera, me disculpo.-Suspiró.-Pero los ricos como tú suelen pedir cuadros y demás sin saber sobre arte, sin apreciar el verdadero dibujo. Sólo les interesa que sirva de decoración para mostrar en sus hogares. Y no soporto a esas personas. Pero parece que no lo eres, y mi madre me enseñó a comportarme con las mujeres.

Fruncí el ceño.

-Perdona, pero, ¿los ricos como yo?

Él puso los ojos en blanco.

-Sí.

Aquello me sacó de quicio.

-Oye, oye, no tienes derecho a hablarme así.

Rupert sonrió de medio lado.

-Veo que además eres susceptible con ese tema. Mira, muñeca...

-No me llames así.

Él rió un poco.

-Muñeca, escucha. Tus padres tuvieron suerte en los negocios. Yo ni siquiera sé si al final del día tendré suficiente para comer. ¿Entiendes que eso te hace rica?

-Mis padres y yo trabajamos igual que tú.

-No me cabe duda.-Dijo, serio.-Pero admite que tienes la vida un poco más fácil que yo.

El pintor [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora