Mi primer retrato desnuda

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Estaba nerviosa

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Estaba nerviosa. Sentía el corazón latiendo en la garganta. Y no sabía por qué.

Rupert sólo pintaría mi retrato, eso era todo. No tendría que ponerme nerviosa.

Sin embargo, lo hacía.

Eran las siete de la mañana. Lo había citado a las diez.

El tiempo pasaba con una lentitud exasperante. Me descubrí a mí misma mirando el reloj tres veces en cinco minutos, como si de esa forma él fuera a aparecer antes.

Ni siquiera sabía por qué lo esperaba con tantas ansias. Sólo iba a dibujarme.

Prácticamente no desayuné por los nervios. Sólo bebí un café y comí un poco de tarta.

Si bien mi casa técnicamente era la de mis padres también, ellos jamás estaban presentes porque viajaban todos los meses a una sede de la empresa en una ciudad cercana. Regresaban una vez, a fin de mes, por lo que me encontraba sola la mayor parte del tiempo.

Los padres de Darren eran los socios de mis padres. Si ellos se jubilaban, Darren y yo, como matrimonio, heredaríamos la empresa. Y algún día nuestros hijos lo harían de nosotros.

La idea no estaba tan mal. Simplemente podríamos ser un matrimonio de indiferencia el uno hacia el otro. Todo fuera por la empresa.

Y después estaba la señora Wallace, claro. La abuela de Darren.

Aunque más bien había sido mi abuela, porque Darren se había marchado al extranjero para ir a la universidad.

Ella me trataba como a su propio nieto. Vivía en las inmediaciones del río Támesis. Tenía una mansión gigantesca.

El año anterior había fallecido. Darren había aparecido misteriosamente y me había dicho que me amaba y me echaba de menos. Yo no había sabido ni qué decirle, pero sabiendo que sería bueno para la empresa, acepté salir con él.

Y unos meses después él me explicó que su abuela le había legado a él la casa y todo su patrimonio si se casaba conmigo antes de transcurridos tres años desde su muerte. De otra forma pasaría a una organización de beneficencia.

Darren sólo quería ser aún más rico de lo que era, pero fingía ser un gran novio. Se llevaba bien con mis padres, no me obligaba nunca a tener sexo porque me daba repulsión tocarlo desnudo, me llevaba regalos y me sacaba a bailar.

Pero algo en él se veía extraño. Cuando, meses después, me acorraló en la habitación de invitados, comprendí que había sido una tonta y que ya era demasiado tarde. Pero me estoy adelantando.

El día de la visita de Rupert, yo sólo podía pensar en mi vida futura como perfecta. Tenía un trabajo garantizado, un matrimonio a la vista y un patrimonio futuro amplio.

Lo que no quiere decir que me sintiera feliz del todo. Lo fingía siempre, pero aquella vida era demasiado para mí. La gente que conocía era demasiado.

El pintor [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora