28 - Gratificante

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Karoline lo observaba de reojo mientras caminaban, uno al lado del otro.

     Ya habían salido del cementerio; es más, ya estaban lejos de éste.

     Después de todo lo que habían recorrido, todo, seguían en silencio.

     Karoline suspiró. No era buena sacando conversaciones, y él parecía muy pensativo.

     ¿Qué le iba a decir? No tenía nada interesante. ¿Cómo comenzaría-

     —¡Ladrón! —Escucharon ambos no muy lejos. El aludido, viéndose rodeado, la empujó con excesiva fuerza para abrirse paso, casi haciéndola caer.

      Lamentablemente —para él—, fue atrapado por algunos hombres poco después.

      —¿Estás bien? —cuestionó Ángel, viéndola a los ojos. Porque sí, ella casi cayó.

      Casi; porque él la sujetó antes de que sucediera.

      Parecía que el hombre sólo evitaba sus caídas.

      —Sí... —contestó en un susurro, tratando de no sobar su hombro izquierdo, ya que fue, mayormente, el que recibió el impacto.

     Las personas le gritaban al ladrón, pero todo ese bullicio se escuchaba ya tan lejano...

     Karoline aún se mantenía en los brazos de Ángel Lawler, y éste aún la veía fijamente.

      Ojos bicolor.

      Sus latidos iban en aumento; la cercanía entre ambos cuerpos, esos ojos prenetrantes sobre los suyos, pasando también a sus labios...

      —¿Te han dicho que eres muy bonita?

      —¿Te han dicho que eres muy bonita?

     Inevitablemente, y sin razón, sus recuerdos viajaron al pasado, pasado; la misma pregunta, pero de diferente persona...

      Con una voz dulce, un niño asustadizo con los ojos entreabiertos por la hinchazón violenta de lo que fueron sin duda golpes, años atrás se lo había preguntado. Recuerda bien ese momento porque, luego de que él terminara la cuestión, su hermano había hecho acto de presencia y lo había golpeado.

      Manuel no se detuvo a pesar de que se lo pidió, se lo rogó...

      No se detuvo a pesar de que el niño de cabello negro comenzó a tambalearse porque ya había tenido demasiado...

     Sólo lo hizo, cuando éste se desmayó.

     —¿Te acordaste de algo? —le preguntó su jefe con un tono extraño.

     Ella parpadeó un par de veces, despertándose de su ensimismamiento.

     Ángel seguía observándola, pero había algo más...

     Por un momento, sólo por un momento, logró ver diversión y a la vez algo parecido al enojo en sus ojos.

     ¿Qué?

     Se alejó, mas no apartó la vista de él. Luego ladeó la cabeza, recordando su pregunta anterior.

      —¿De qué me acordaría? —inquirió.

     Ángel negó con la cabeza, y sin previo aviso, le acarició la mejilla, causando que Karoline se tensara.

      No estaba familiarizada al contacto de otro hombre que no fuese su hermano...

Ángel, el Demonio © +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora