♡ Quattro ♡

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El ruido del portón abriéndose atrajo la atención de Olivia, el coche venia llegando con tres nuevos pasajeros en él, sobre el techo del coche había 4 maletas y quien sabe cuántas más en la cajuela, Parisinos excéntricos, pensó.

-Michela ven a saludar.

No pudo evitar rodar los ojos cuando escucho su segundo nombre, bufo mientras se levantaba del césped y se dirigió a la entrada donde se celebraba un festival de abrazos y palabrería en Francés, inglés e italiano.

La señora es una mujer de belleza indudable, cabello castaño y mirada cautivadora, el padre carismático de estatura alta, por ultimo su hijo, por el cual la habían sacado de su habitación. Un chico de cabello castaño como la madre y mirada profunda, su perfil demostraba seriedad y nostalgia, no parecía tener ganas de estar en Vernazza y no lo culpo a veces la tranquilidad puede aburrir.

-Mucho gusto, soy Olivia –sonrió y estrecho la mano de los presentes, el chico la saludo dando un fuerte apretón.

-Timothée – dijo cortante.

En su primer encuentro no hubo mariposas en el estómago, cámaras lentas, fuegos artificiales ni un indicio de atracción mutua, solo ego e indiferencia por parte de ambos jóvenes. Pero lo que no sabían era que estaban destinados a convertirse en una explosión, porque él era fuego y ella pólvora. La mamá de Timothée no dejaba de hablar, a Olivia le parecía agradarle y aun ni la conocía.

-Su hija es hermosa, tiene la belleza de su madre - los tomates tendrían envidia de Olivia si la vieran en este momento, agradeció y acepto el cumplido que levanto su autoestima, Timothée rodo los ojos ya que su madre solía darle cumplidos a todos solo por agradar pero este era sincero.

-Hija muéstrale su habitación a Timothée, debe de estar cansado por el largo viaje – la mamá de nuestra joven suicida le dio una palmada a su hija y con la pura mirada le indico que le ayudara al joven Chalamet con una de sus maletas.

-Claro.

Resignada tomo una de las maletas y lo guio a su habitación, su maleta pesaba demasiado, se podía escuchar a Timothée riendo por lo gracioso que le parecía la feroz insistencia en querer subir esa mierda de equipaje que de seguro pesaba más que la chica. Ambos llegaron a la habitación que sería de Timothée durante los próximos 2 meses y medio, la chica dejo caer sin cuidado el equipaje sobre el suelo.

-Cuidado –dijo Thimothée arrugando la frente.

Esa tarde pretendieron que ninguno de los dos existía hasta la noche. 

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