Los pelirrojos traen mala suerte

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-La primera vez que te vi desnuda me pareciste una diosa.-Murmuró Rupert acariciando mi cabello.

Me sonrojé y me acurruqué sobre su pecho cubierto de pecas.

-¿Por qué tienes que decir esas cosas?

Él rió.

-Porque eso es lo que creo.

Suspiré, y él me besó la frente incorporándose un poco.

-Tampoco podía dormir sin ti.-Murmuró.-Cuando llamaste estaba soñando con follarte sobre mi mesa otra vez...

Enrojecí.

-No me gusta hablar de sexo.

Rupert rió.

-Deberías habituarte porque a mí sí.

-Ya lo he notado.

Me incorporé un poco en la cama, apoyando mi nuca en el respaldar, y lo miré con curiosidad.

-Hablar de sexo no es algo malo.-Protestó, sentándose frente a mí.

Observé su cuerpo desnudo y sonreí.

-Lo sé. Pero me incomoda.

-Oh, venga. Si lo hemos hecho más de una vez quiere decir que tenemos intimidad suficiente para hablar de esto.

Crucé los brazos sobre mi pecho.

-Bien, ¿de qué quieres hablar?

Rupert me observó con una sonrisa.

-¿Cuál es tu posición favorita?

La sangre subió a mi rostro, pero traté de controlar mi vergüenza y pensar en todo lo que habíamos hecho juntos.

-Creo que...

Intenté identificar con cuál de mis recuerdos había disfrutado más. Pero me costaba.

-Sobre la mesa de tu taller fue algo espectacular.-Decidí.

Él me sonrió.

-También me gustó.

Se inclinó sobre mí, apoyando sus manos junto a mi cabeza y sonriéndome.

-Pero nada se compara a tenerte sobre mí.

Me sentía ardiendo.

-Es una posición interesante. ¿Te digo cuál no me gusta?

-Por supuesto. Tendré que hacer que te guste.

Sonreí.

-Va en serio, me incomoda.

-Te escucho.

-La posición de perro.

Rupert soltó un carcajada.

-No puedo creer que te oí diciendo eso. Soy un terrible influencia para ti.

Reí, aún sonrojada.

-La verdad es que no me gusta porque me recuerda a alguien desagradable.

Darren me había obligado a permanecer así la primera vez que nos acostamos.

Rupert me besó la frente con suavidad y afecto.

-Los hombres solemos ser bastante idiotas cuando se trata de sexo con una mujer. Te pido disculpas en nombre de aquel idiota.

Sonreí y le acaricié el pecho.

-No tienes nada de vello.-Dije observando su piel blanca y cubierta de pequeñas pecas.

El pintor [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora