La sala del piano

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Cuando era niña, mamá había insistido reiteradamente para que aprendiera a tocar el piano. No me gustaba para nada, pero de cualquier forma tuve que aprender.

Al cabo de unos años comprendí que el truco estaba en saber cómo apreciar la pieza que estaba interpretando, y finalmente había logrado reconciliarme un poco con el instrumento.

Aquella tarde, mientras esperaba al pintor, que según mis cálculos tardaría en llegar, me senté frente al piano de cola y comencé a tocar.

Mis dedos se movieron solos, sin tener que pensar demasiado los movimientos. La música me ayudaba mucho para distraerme, para evadir la realidad.

Una melodía dulce llenó el aire y sonreí. Realmente era una linda canción.

Acomodé mi cabello revuelto con un suspiro. Rupert estaba invitado a cenar.

Tendría que quitarme el pijama para recibirlo, y la bata que llevaba puesta. Además, debería arreglarme el cabello y maquillarme un poco.

Me sonrojé al recordar lo sucedido unos días antes, cuando había conocido a su familia.

No habíamos logrado mantener el control en su habitación y evitamos que nos atraparan por los pelos.

Había sido divertido, pero jamás iba a admitirlo frente a él.

Era demasiado orgullosa para ello.

-Es una hermosa canción.

Di un respingo y volteé, dejando de tocar.

Rupert estaba en la puerta del salón, con dos copas en la mano y una botella de champaña.

Di una rápida ojeada al reloj de la sala.

-¿Ahora en vez de llegar dos horas antes llegas cuatro?-Protesté pensando en lo desastrosa que seguramente me veía.

Él sonrió.

-Pasé a dar una ojeada y me gustó lo que vi, es todo.

Se acercó con las copas en la mano y las dejó sobre el piano.

-He estado practicando cómo servir de forma elegante.

Sonreí.

-¿Cómo entraste?

-Dejaste la puerta abierta, princesa. Pero no te preocupes. Yo me ocupé de cerrarla.-Dijo restándole importancia y ojeando mi atuendo.-Para que nadie nos espíe.

Se sentó junto a mí, frente al piano, y sirvió un poco de champaña en ambos vasos, con una técnica envidiable.

Sonreí.

-Muy bien. Ahora, si me disculpas, voy a arreglarme...

Él frunció el ceño.

-Pero si estás muy caliente. ¿Por qué?

Me puse de pie y reí, alejándome de él.

-No bromees. Tengo el pijama aún...

Rupert se apresuró a seguirme y me atrapó entre sus brazos, rodeándome la cintura con ellos y cargándome hacia el piano.

Sonreí y rodeé su cadera con mis piernas, preguntándome qué tendría en mente.

-No es necesario que te arregles para mí, estás muy guapa.-Murmuró sentándome en el piano, sobre la superficie pulida de madera.

-Pero...

-Es en serio.

Sus ojos brillaron con picardía y se inclinó sobre mi boca.

El pintor [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora