Los gritos resuenan con fuerza cuando los chicos de One Direction regresan al escenario tras el segundo cambio de vestuario.
La noche es fría pero un mar de gente los espera, ansiosos por seguir disfrutando del concierto.
Harry pasea la vista por su público, distraído. Eleanor estará allí, pero en ese momento literalmente siquiera le importaba.
Con paso decidido se acerca al micrófono y lo agarra.
El metal helado aguijonea su piel pero el muchacho no parece notarlo.
–Hoy he preparado una sorpresa para ustedes– Anuncia sonriendo mientras se acerca despacio al borde del escenario.–Una sorpresa que ni siquiera mis compañeros conocen.–Los gritos aumentaban, y las sonrisas también–Hay un canción que quiero cantar y bueno, quiero hacerlo solo.
Harry no se gira hacia su grupo, no necesita hacerlo para ver la sorpresa de sus rostros. Puede imaginársela.
Con paso lento pero seguro, regresa al poste de su micrófono y lo deja allí.
Respira hondo y siente el aire frío inundar sus pulmones.
El frío es agradable después de tanto dolor. Pero no es suficiente. Por eso ha pensado en algo más. Por eso ha hecho algo más.
Los primeros acordes rasgan el silencio de la noche.
Un murmullo recorre al público al reconocer la canción.
Saben qué va a cantar.
Su sonrisa desaparece.
Pero no saben por qué.
El muchacho toma aire y cierra los ojos. No necesita mantenerlos abiertos. Todo lo que está a punto de cantar lo guarda dentro. Y es hora de dejarlo escapar.
“People say we shouldn’t be together,
we’re too young to know about forever
but I say they don’t know what they talk talk talkin’ about…”
Sabe que Louis comprenderá que la canción va dirigida a él. Y puede que no sea el único. Seguramente Zayn también se dará cuenta. Tal vez, Niall y Liam lo descubran también.
Pero eso no depende de Harry, a decir verdad, le da igual.
Él está allí para contar una historia y no importa quién será capaz de entenderla.