Narra Santiago
-Claín es fenomenal.- le digo a la pelirroja.
- Y eso que no has visto nada.- dice Paula, mirando el camino por donde desapareció Claín. La miro incitándola a seguir hablando.- Por algo le dicen caderas demoniacas, amigo. Ha bailado bien, increíble diría cualquiera, pero sé de lo que es capaz de hacer y provocar cuando baila sin contenerse. Y te aseguro que esta reacción en el público es nada comparada a lo que hubiera ocasionado.
La música sigue sonando, me he quedado sin respuesta ante las palabras de la pelirroja que parece divertida por mi reacción.
La veo aparecer entre toda ese gente, su expresión es dura y hasta pareciera que esta fastidiada pero logro ver un atisbo de sonrisa en su rostro pero esto cambia cuando un tipo la agarra por la muñeca, ganándose una mirada severa de la pelinegra que rápidamente se suelta.
-Me debes una.- dice Claín mirando a Paula.- Y muy grande.- remarca.
-Todos para uno y uno para todos.- grita enérgica Paula.- Luego te invito un helado.
-Pau.- la fulmina la azabache.- No tientes tu suerte. Bueno, nos vamos.
-¿Tan temprano?- exclama la otra joven. Observa el reloj en su muñeca.- Recién serán las 2am.
-Exacto.- dice Claín, que me observa esperando apoyo y al notar mi falta de respuesta, suelta una bocanada de aire.- Estoy cansada, Pau. Fin del tema.
La pelirroja se da por vencida y se despide de ambos con un fuerte abrazo.
Salimos del lugar y vamos directo al auto, en el trayecto de regreso a casa veo como se acomoda en el asiento y cierra los ojos, no sin antes preguntarme si recordaba cómo llegar y si podía manejar. Después vi como poco a poco se fue relajando en el asiento y disfrutando del aire golpeando su rostro.
-Santiago.- dijo en tono somnoliento, se notaba el agotamiento en su voz.
-Dime.
-Debiste haber cruzado hace tres cuadras.- dice negando con la cabeza de forma divertida.
-Diablos.- Por estar observándola no me había percatado que ya me había pasado. Me pregunto que está generando Claín en mí, para ponerme así.
-Da vuelta aquí.- dice ella.- Saldrás directo hacia la casa. ¿Si recuerdas como es la casa?-dice burlonamente.
-Muy graciosa.- digo, haciendo lo que ella me indica.- Llegamos.
- Diez mil años más tarde, pero llegamos.- dice sarcásticamente.-Buenas noches, Santiago.
-Claín.- la llamo. Ella se detiene a mitad de la escalera y se voltea a mirarme. Entonces vuelvo a hablar.- Gracias.
-¿Gracias?- dice extrañada.
-Por lo de hoy.- explico.
-No hay nada que agradecer.- dice encogiéndose de hombros.- No ha sido nada del otro mundo.
-Tú eres de otro mundo.- digo guiñándole un ojo.- Que descanses.
Ella solo sonríe y asiente. Veo como algunos cachorros se despiertan por nuestra llegada pero al escuchar su voz, vuelven a acomodarse en sus camas.
Me dirijo a la habitación para descansar, teniendo cuidado en no ocasionar mucho ruido y así no incomodar a los perros.
Mientras me alisto para dormir, analizo cada una de las cosas vividas el día de hoy. Al empezar el día ni siquiera sabía de ella y ahora estamos compartiendo el mismo techo. En tan solo unas horas he averiguado más de ella, de lo que hubiera esperado. Ella me confunde. Ella es tan viva, tan amante de los animales y luego esta esa otra parte de ella, tan dura, tan controlada. Pero eso solo hace que me interese más y que me quede aquí sin poder dormir pensando que pasaría si ella me dejara entrar más en su vida, si ella tan solo me dejara conocerla más a fondo.
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Claín, fuego congelado
Novela JuvenilEnamorarse debería ser fácil, después de todo, el "amor" es el sentimiento más sublime que existe en el universo. Pero, siempre hay un pero, el enamoramiento es un fastidio algo tan complicado. Ella una chica poco común con una vida menos común. Él...