Dilemas del altar

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Synnöve tragó saliva. Le sudaban horrores las palmas de las manos. ¿De verdad era necesario todo aquello? Sentía la mirada de la gente perforando el hueco de donde emergería. Era un jardín precioso, a las afueras de Bergen, eso no se podía negar. No era de extrañarse con todos esos arreglos florales que había sido un verdadero dolor de cabeza planificar. Lirios, caléndulas, tulipanes...la lista era infinita. La decoración había sido casi el único tema de conversación durante meses y uno de los motivos por el que se adelantó la celebración fue que la pareja deseaba con todas sus fuerzas zanjarlo.

 Todo el mundo estaba allí, juzgando con la mirada los parterres. Ni siquiera la madre de la suegra de Synnöve , la señora Rannveig, se había ausentado. La señora era un verdadero encanto, pero su presencia solo añadía más presión y bulto a la masa de invitados.

¿Conoces esa sensación en la que los nervios te pellizcan y tienes la fuerte tentación de cancelar lo que tanto tiempo llevabas esperando? Synnöve la tenía y la notaba escalarle por la garganta, letal. En su cabeza se desarrollaba una lucha interna para ignorarla o no. ¿Sería un mal presentimiento, de esos del que las viejas hablan, una señal de que la boda era un error? Ted la quería, eso era seguro, pero, ¿y si algún día se cansaba de su inestabilidad y su mal humor?

-¡Venga, sal ahí fuera!- le alentó Ebba. Su padre también le prestaba atención, apremiante, y le ofrecía su brazo.

-No puedo hacerlo- replicó en un hilo de voz.

-¿Has dicho algo?

-No, nada.

-Vamos, cariño- la llamó su acompañante. No había escapatoria. Synnöve rezó para que acabara lo antes posible.

En la otra punta del complejo de sillas de madera, pintadas de blanco y muy típicas de las casas con jardín pijas, Lynn se servía más ponche. Ni siquiera le gustaba especialmente pero algo tenía que hacer para manternerse ocupado y no pensar en las miradas mal disimuladas del resto de presentes. Por favor, que su hermana saliera de una vez y pararan los murmullos.

-Para- Van le sujetó la mano con la que se disponía a volcarse más líquido en el vaso- Te vas a mear encima. Llevas muchos vasos.

-Lo siento.

-¿Qué ocurre?- inquirió, esta vez a un volumen más bajo, y se inclinó para sentirse a salvo de los invitados- Pensaba que las cosas con Synnöve iban bien.

-No es eso lo que me preocupa. Es...mi familia, o por lo menos la parte que recuerdo. Me siento observado.

-Probablemente no te reconocen, Lynn- delineó su mandíbula con las yemas.

-O están intentado hacerlo. Quién sabe.

-No tiene importancia. Solo tú puedes juzgarte por lo que hiciste. Transicionar fue lo mejor que podías haber decidido.

-¿Estás seguro?

-Completamente.

Lynn pareció respirar con normalidad  por primera vez desde que había llegado. Dirigió la vista a Ted, que permanecía en apariencia calmado pero que desde su experiencia estaba tenso, tieso como un palo. Iba muy bien vestido y llevaba el pelo hacia arriba de un modo que le hacía parecer más joven. Tenía aspecto de triunfador, el bueno de la película que nunca sale mal parado y  al que todo el mundo adora. Lynn solía odiar a estos tipos, envueltos en su buena suerte personal e intransferible, pero de eso hacía ya mucho tiempo. Actualmente sentía incluso simpatía hacia Ted en particular.

-Está muy guapo- comentó Van.

-Él siempre. Te juro que no le he visto con mal aspecto nunca. También es cierto que hace siglos que no le veo, pero no necesito hacerlo. Pondría la mano en el fuego a que recién levantado tiene estas pintas- lo señaló con la mano, recta y tensa- Es surrealista.

-¿No está nervioso?

-Si lo está, disimula maravillosamente. Con él nunca se sabe.

Sonó un pitido en el móvil de Van y este lo pescó de los pantalones. Lynn fingió estar muy ocupado inspeccionando la mesa de las bebidas para no sentirse un fisgón. Era un mensaje y hacía parecer la pantalla mucho más brillante. Van notó un sudor frío mental. Lo enviaba Ada.

"Van, dónde coño estás??? Contesta a las llamadas"  rezaba. Lo peor era que el coste de haberlo mandado le daría una pista sobre la distancia a la que se encontraban madre e hijo. Le saldría caro mensajear al extranjero y eso le alarmaría. ¡Qué horror, no!

Lynn detectó que su pareja estaba más estática de lo normal, clavado en el suelo e incluso pálido. No había habido amagos de contestar al teléfono o hacer el menor movimiento, como una persona en situaciones normales haría. Le miró de reojo hasta que la impaciencia le pudo.

-¿Qué pasa?

-Mi madre- fue el turno de Lynn de abrir mucho los ojos.

-¿Qué te dice?

-Pregunta...-le costó reunir su voz y su nuez se desplazó- dónde estoy.

-Mierda, Van- masculló- Mierda.

Synnöve subió, radiante, aunque su expresión confesara que no quería estar allí arriba, e intercambió votos con su desde aquel momento marido. Fue más breve de lo que se esperaban y esta vez las primas gemelas mantuvieron la boca cerrada, con semblante lloroso de la emoción. Ebba lloró abiertamente y sus ojos volvieron a encontrarse con aquel muchacho que se le hacía tan familiar, que permanecía de pie junto al buffet. ¿De qué parte venía? ¿Quién era? Hizo su mayor esfuerzo por barrer las lágrimas lo más discretamente posible y volvió a hacerle un scaner a Ted. Demasiado perfecto, en su traje. Todos los presentes le adoraban- algunos incluso más que a la novia. No era ningún secreto, no desde la perspectiva de Ebba.

Se sirvieron más vino en la mesa, colocada en el interior del recinto y flanqueada por cristaleras que daban al jardín. Los niños reían sus gracias infantiles y los adultos fingían llevarse bien en su integridad. La sonrisa de Isak se borró tan rápido como su madre le llamó, entre las conversaciones que los rodeaban, e interrumpió la que él estaba teniendo con Frode.

-¿Quién es?-  inquirió, señalando a Lynn, al otro extremo, con la cabeza. Isak se armó de paciencia y respiró hondo disimuladamente.

-Lynn.

-¡¿Quién?!- arrugó la frente, buscando en su memoria alguna relación entre la sílaba y su familia-¿Y con quién dices que viene...?

Isak pronunció inexpresivo el nombre que Ebba eligió para la criatura la primera vez que la tuvo en brazos, recién salida del vientre y pataleando. Frode se calló de súbito y Ebba pareció a las puertas de un ictus. No hacía falta más información.

-Era una niña preciosa- mencionó ella con tono quejumbroso y de derrota, buscando en el rostro de Lynn parecido. Pero su mente se negaba a creerlo.

-Nunca ha sido una niña.

-¿De verdad te crees esas cosas? Es imposible. Su cuerpo... Isak, yo no parí a eso. La ciencia dice que...

-Es un chico- le cortó Synnöve, fulminante. Se había girado desde su sitio junto a Ebba. No sabían en qué momento los había escuchado- Nos guste o no. Ahora cállate.













Butterfly {El Chico De Cristal}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora