Only

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Es una hermosa vida.
Tan inesperada, tan hipotética, tan superficial. Pero al fin y al cabo era buena. No había día en el que esas palabras no cruzaran por mi mente.

Hoy el día era particular, la brisa del otoño provocaba que aquellas hojas naranjas y ocres volaran a cual rumbo les daba el destino, sin prisa, con claridad, serenas y libres.

Tome asiento en aquel viejo banco de madera, haciendo crujir cada parte de la estructura a pesar de tener una complexión delgada, vaya dilema.
Suspiré agotado, para después enfocar mi vista en aquel parque viejo al que iba a visitar cada sábado por la tarde. Era gracioso como se dividía este, una caracteristica particular que me gustaba analizar seguido. La primera parte de este parecía que era más antiguo que el libro que sostenía en mis manos, habia unas cuantas personas disueltas alrededor; personas de almas solitarias, con más sueños rotos que sonrisas aparentemente. Su mirada enfocada en la nada, probablemente viendo la vida pasar como un suspiro. Algunas veces me sentía así, realmente no podía descifrar si toda esta perspectiva era solo un reflejo de mi.

Pero también estaba la otra fracción del parque, donde había familias teniendo una rica merienda, niños corriendo, siendo felices con cada latido de su corazón, o al menos eso creía
¿quien no lo hacía? Con esa libertad al correr. Me gustaba ser así cuando era niño, sentirme libre, en una totalidad que siendo adulto no hw sentido jamás.
¿En que momento pasé a ser quien soy?

Y luego estaba yo, yo me encontraba sentado donde podría hacerse la división del espacio, la diversión y melancolía de la mano, todos los sábados sin falta a las 6:30 pm, probablemente era parte del paisaje ya; algunos viejos me asentían como modo de saludo, reconociéndose fácilmente. Yo solo levantaba mi mano, era cómodo no intercambiar palabras.

Ese día, las aves volaban hacia su destino, el sonido de los autos de fondo nunca podían falta en la agitada ciudad de Seúl. Pero era relajante hasta cierto punto.

Tomo mi celular y miro algunos mensajes sin importancia para pasar el tiempo. Tiempo que necesitaba para poder terminar el libro de literatura que había sido encargado desde hace un mes. Suspire resignado, aquel libro que me acompañaba no podía ser terminado, y no me malentiendan, ningun libro lo hacía. Leer artículos estaba bien, leer historias, no tanto.

Estudiaba matemáticas aplicadas en la universidad, era una buena carrera; los números no eran complejos, fsciles y metódicos. Sin embargo, al iniciar el semestre debía tomar un taller para llenar los creditos necesarios para poder graduarme. No era particularmente una obligación, cuando ya había tomado música con anterioridad, pero realmente por las tardes no tenía mucho en que llenar mi tiempo, por lo que escogí literatura junto con mi viejo amigo Hoseok, un parlanchin sin remedio, en verdad era su lugar al debatir. Cuando contaba historias para todos miraba sus ojos brillar con emoción, era entretenido verlo y escucharlo, el error era cuando yo debía hacerlo.

Tomo una pequeña hoja que en mi libro y la analizo un poco.
¿Como podría llegar a sentir algo plasmado en letras? ¿Como empatizar con un texto?

Aquellas preguntas me las sugirió Monic. La encargada del taller, dulce y amorosa. Había estado la última semana rogándole por dejarme salir. Creyó que con estas preguntas podría encontrar un sentir a todo esto. No hay sentir en nada.

Pero las preguntas pasaron a segundo plano cuando subí mi mirada. En un instante cuando un cuerpo atraviesa mi campo de visión y se enfoca en el.
Con aquel sueter de rayas amarillas y naranjas, suelto y que por obviedad era algunas dos tallas más grande que lo que aparentaba su cuerpo, y esos anteojos que parecían ocultar su mirada, mi cerebro dejó de procesar lo que había en algún momento, no había nada, solo un chico.

El viento que me frustraba por levantar mis cabellos y desordenarlos más de lo que ya estaban, parecía estar de su lado, tal parecía que lo controlaba.
Esa tranquilidad con la que bebías un café que cargabas en tu mano. Desinteresado del mundo, solo en lo que bebías.
¿Que sabor tenia? ¿Era dulce o amargo?
Pasó por mi mente. Probablemente era lo primero, claro que si, tu finta decía más de lo que tal vez deseabas aparentar. En lo personal, odiaba lo dulce, y odiaba el café que no era negro, perdía la esencia del sabor, amargo, fuerte y puro.

La física del amor (Yoonjin O.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora