Templo Furiyaka. Japón.
El sol del atardecer poblaba los cielos de tonos rosados y anaranjados, el viento zumbaba una suave y arrolladora melodía al compás de la caída de las hojas del árbol de cerezos, que se desperdigaban en todas direcciones formando figuras abstractas color ocre al caer al suelo del templo.El templo Furiyaka era muy reconocido a los alrededores de su aldea por la excelente fama de su sacerdote Imu Jebo Mu, un joven muy dedicado al cuidado del templo y a la exterminación de cualquier yokai peligroso o que causara problemas en la aldea y los alrededores. Como estaba próximo a la edad del casamiento, muchas mujeres, se encontraban atraídas tanto por su popularidad como por su excelente estado físico, e intentaban conquistar el humilde corazón de éste habilidoso joven, mas nunca lo lograban porque el siempre podía ver a través de sus frívolas intenciones.
Jebo Mu se encontraba sentado en los escalones de madera lustrada de la entrada del templo completamente ensimismado en sus pensamientos. A su lado, se encontraba el árbol de cerezo, imponente por sobre el abundante follaje, preparándose para un largo y frío invierno, y frente a él, un altar con una estatua de Buda. Jebo Mu estaba reconsiderando seriamente el hecho de encontrar una esposa para poder dejar una descendencia y enseñarle como era el mundo de los sacerdotes caza-demonios así como cada padre le enseñaba a sus hijos durante generaciones, tanto como su padre a él, su abuelo a su padre y así sucesivamente.
De pronto, la mirada de Jebo Mu se ve absorbida por una situación bastante peculiar; una joven doncella ataviada con un kimono de seda anaranjado llega galopando a toda velocidad sobre un corcel marrón de crin blanca. Su cabello, levemente desordenado, se movía a la velocidad del viento dejando un terso y bello rostro al descubierto con labios color cereza. Lentamente, el caballo fue disminuyendo su velocidad hasta detenerse justo en frente de Jebo Mu. Justo en ese momento, la joven saltó del corcel de manera grácil y delicada y se presentó ante el sacerdote con una respetuosa reverencia.
—Soy Paku Chiasa, y busco al sacerdote Imu Jebo Mu, me han dicho que es uno de los mejores exorcistas de la región y mi familia necesita de sus servicios —hizo una breve pausa para luego añadir:—. Le daremos lo que sea que usted quiera como recompensa, pero por favor ayúdenos.
Jebo Mu lo meditó por unos instantes, aquella doncella era preciosa, y si aquél problema era lo suficientemente peligroso, tal vez podría pedir su mano en recompensa...
—¿Jebo Mu-sama?
—Disculpe, me distraje un poco —respondió levemente avergonzado—. No volverá a suceder.
Jebo Mu se maldijo internamente por haberse despistado. Y se volvió a maldecir por haber estado considerando la descabellada idea de casarse con aquella doncella. Si bien era muy hermosa, él debía conocerla mucho antes de dar tan importante paso.
—Bueno... —susurró la joven—. Continuando con lo que le estaba diciendo, mi hermano gemelo, el príncipe Paku Chin Yon ha desaparecido hace unos días de manera misteriosa sin dejar ningún tipo de rastro. Junto con ésto, también olvidó todas sus ropas, su arco, su carcaj y su espada —para éstos momentos, el agraciado rostro de la joven se había descompuesto de tal manera que le faltaba muy poco para echarse a llorar—. Los primeros dos días, los soldados de la aldea se empecinaron en buscarlo pero al tercer día...
Paku Chiasa se detuvo abruptamente en su relato, puesto que había comenzado a llorar. Jebo Mu le ofreció ayuda mas la chica negó con delicadeza y luego de varios minutos que a al sacerdote le parecieron eternos, ella prosiguió con su relato.
»Al tercer día las cosas empeoraron —cuando finalmente pudo volver a hablar, su voz estaba quebrada y sus ojos rojos—. No sólo Chin Yon no aparecía, sino que en la aldea comenzaron a suceder cosas extrañas.
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Contacto y Renuncia || JJP
Short Story❝ El cuerpo, las manos los gestos, la mirada... En silencio las palabras aguardan. La piel late flores de cerezos y la danza nos abarca, nos acuna y matándonos nos pare. Brotan lágrimas de cielo y montaña. En el frío alto amanece el calor e imposibl...