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De vez en cuando me acordaba de ti y unos tantos pensamientos inundaban mis ojos, empezaba a sentir el trote del tiempo, la verdad te veía pasar tan rápido que me daba pena pararte, "quizá lleva prisa", pensaba yo. Más tarde entendí y me arrepentí pues te habías encaminado por donde yo no quería pasar.

Ahora aguardo tranquilamente a un lado de la calle, esperando a que salga el sol, sentada en el frío y sucio pavimento, mientras veo el pesado trote del tiempo. Es extraño, te extraño. Te extraño lento e inconsciente, te extraño como antes... pequeño y débil. ¡Por favor vuelve!, pero sin rastro de importancia y sin rastro de próximas ausencias.

Untitled Donde viven las historias. Descúbrelo ahora