April
Siempre he pensado que las cosas pasan por algo, sé que en el camino hay piedras, es normal, pero no pensaba encontrarme con el enorme muro que tengo en frente y, lo peor, yo no tengo ni idea de escalar.
Así que me encuentro en un avión camino a Santa Mónica, LA, California. A más de cinco mil trescientos quilómetros de mi casa en Londres. Me toca vivir con mi tía Susan, es un amor de persona, por eso me parece extraño que a sus 45 años siga soltera, aunque teniendo en cuenta su trabajo no lo es tanto, ya que estar viajando cada semana a dios sabe dónde, no ayuda en una relación. Ella es realmente atractiva, no aparenta para nada su edad. Tiene un pelo castaño brillante, igual al mío; unos ojos color verde esmeralda, a diferencia de los míos, color miel. Tiene la altura ideal digna de una modelo, y yo soy como un pitufo, tengo la esperanza de crecer, pero a mis ya 18 años lo veo complicado.
Al llegar al aeropuerto salgo del avión con todo el pelotón de gente y no puedo evitar pensar lo insignificante que me siento aquí y ahora. Nadie me conoce. Es como ser invisible y me resulta imposible que esa idea no me parezca atractiva. Pero ese pensamiento se va tan rápido como vino gracias a una voz que me saca de mi trance.
-April, cariño - dice mi tía mirándome - ¿Como te ha ido el viaje? - me pregunta.
-Bien, me ha tocado ventanilla y no tenía a nadie al lado, ha sido tranquilo - Le respondo. Ella me sonríe, empezamos a caminar en dirección a su coche, un Mercedes Benz color gris, mientras me pregunta cosas sobre el viaje. El camino en coche es tranquilo, hablamos sobre temas banales, hasta que sale el tema, ya tardaba en salir.
-Y...., ¿has visto a tu padre? - pregunta la hermana de mi madre.
-Lo vi hace unos días, quería saber su opinión acerca de venirme a Santa Mónica a estudiar. Él me felicitó por la beca de último minuto y me dijo que aprovechara la oportunidad que me estaban brindando. - Le digo seria apartando la mirada de ella hacia la ventanilla, dando a entender mi incomodidad hacia tema y dando por finalizada la conversación.
Lo que sigue de camino se nota la tensión que hay en el coche, me da pena por mi tía, sé que tiene curiosidad, pero no puedo evitar que me incomode este tema. Así que para aligerar el viaje le pregunto cosas a mi tía. Le pregunto sobre su trabajo, sobre el clima de aquí...
Por fin llegamos a su casa. Cabe destacar que es una casa enorme, impresiona su tamaño, también puedo apreciar lo cerca que esta de la playa; prácticamente al cruzar la calle estas tocando la arena. La casa es toda blanca con detalles azul oscuros y elementos de madera, que le dan un aspecto más cálido. La puerta es grande. Tiene un porche con una mesa pequeña y dos sillas de madera. La casa tiene dos plantas y parece muy bien cuidada. No me doy cuenta que tiene parquing hasta que mi tía abre la puerta de este para aparcar el coche.
Al bajar del coche, me ayuda con las maletas, no es que tenga mucha ropa, pero he tenido que traer todas mis cosas de Londres, y eso ocupa espacio.
Si desde fuera ya me parecía bonita, por dentro no tengo palabras para describirla, todo está brillante, limpio mires a donde mires. Los muebles son de tonos claros, a excepción de algunos oscuros que destacan, pero sin quedar mal, todo perfectamente decorado. Casi se me cae la baba al ver la enorme cocina que tengo enfrente, amo cocinar casi tanto como lo amaba mi madre, me enseñó todo lo que se.
Susan me guía a la que será mi habitación. Al entrar se me caen las maletas de las manos y lo miro todo boquiabierta. Las paredes son blancas, pero no un blanco nuclear, sino un blanco roto precioso, donde debería haber una pared, la sustituye un enorme ventanal de cristal, con un balcón individual en el cual hay una pequeña mesa y una silla, y no puedo evitar imaginarme ahí, algún día, tomando un café mientras miro las estupendas vistas del mar. La idea me atrae, un momento de relax para mi sola. Vuelvo a mirar dentro de la habitación la enorme cama con unas sábanas que parecen de lo más suaves y me entran ganas de meterme y no salir en mil años.
-Te gusta? - me pregunta mi tía, creo que he estado mucho rato mirándola sin decir nada.
- Me encanta, es perfecta - le digo sinceramente mientras le sonrío.
- Perfecto, voy a dejar que te instales tranquila y te llamo para cenar, he pedido pizza - Dice sonriéndome cálidamente y cerrando la puerta suavemente tras de sí.
Paso rato ordenando la habitación. He visto que había dos puertas en las cuales no me había fijado en un principio. Una es un baño enorme, como todo en esta casa; es de mármol y tiene bañera y ducha individuales. He de decir que me encanta. La otra puerta es un vestidor, me lo imaginaba. Lo que no me esperaba es que este estuviera lleno de ropa, toda de mi talla, de distintas marcas y modelos, había estado a punto de ir a mi tía y preguntarle, pero había una nota en la puerta (por dentro) que decía "Sin peros, es un regalo. -S"
Más tarde bajo a cenar. Al terminar, me desea buenas noches y me vuelvo a mi habitación. Me meto entre esas colchas maravillosas y me dispongo a dormir pensando en que mañana empieza mi primer día en la Universidad de California.
ESTÁS LEYENDO
New
Teen FictionApril se traslada a Santa Mónica con su tía. Allí estudiara derecho en la facultad dónde conocerá a Axel, un chico lleno de responsabilidades y con una historia detrás.