11. Mudo

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Temo despertó una hora después de que Aristóteles llegará a cuidarlo.
Sentía sus ojos pesados, la garganta le dolía y su nariz estaba constipada, pero ver a Aristóteles sentado a un lado de él le había hecho olvidar todo.

-Buenos días dormilón -Aristóteles le sonrió en cuanto abrió sus ojos por completo.

-¿Hadce cuancto que edtas aquí? -Temo se acomodó para estar sentado y así hablar más cómodamente con él rizado.

-No mucho -contestó levantándose y yendo hacia el escritorio- toma, te preparé algo.

Temo tomó el plato que Aristóteles le daba, eran huevos revueltos, aunque no podía oler nada y su apetito era nulo le sonrió con amabilidad.

-Gradcias -contestó.

-Te dije que te ibas a enfermar si nos quedábamos afuera -le regañó, aunque su voz no era tan severa- ahora pareces estar peor, aunque no tienes fiebre y eso es bueno -Temo asintió estando de acuerdo- pero no creo que tengas el mismo tiempo enfermo, tu Papancho me dijo que quizás hoy te llevarían al doctor para que no estuvieras tantos días enfermo, creo que tiene planes de salir con ustedes algún día de estos...

Temo escuchaba todo con atención, asintiendo cada cierto tiempo y sonriendo si Aris le observaba por mucho tiempo.
No había comido nada, ni un poco, su garganta le dolía y estaba seguro de que en cuanto tomara el primer bocado le dolería más, por lo que intentaba disimular aquello, no sería que el rizado se sintiera mal por rechazar su comida.

-...pero supongo que cuando regresemos a clases no haremos mucho -Temo sólo asintió, no le había prestado mucha atención a lo que le decía pero seguía con su plan- oye, no has comido nada -su plan había fallado- ¿No tienes hambre?

-No...mi gadgancta...duele -confesó, no podía obligarse a comer si sabía que eso le afectaría- l-lo siendto, no quedía...

-Oye, no me molesta que no te lo comas -el rizado tomó el plato- tal vez si deberías ir al doctor -Temo iba a hablar pero el rizado le puso un dedo en sus labios.

-No hables, lo tienes prohibido -dijo antes de levantarse para dejar el plato de nuevo en el escritorio.

-Pero...

-Naranjas -dijo causando que Temo fuera- no queremos que te enfermes más.

Temo aceptó lo que el rizado le decía, dejando de hablar por completo.

Aristóteles se encargaba de seguir con la plática, haciendo que Temo sólo asistiera o negara con la cabeza, quería cuidar de Temo lo más que pudiese.

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Hola.

He entrado a la escuela hoy (de hecho estoy escribiendo esto en medio de una clase) pero se me ocurrió que, ya que he tardado en actualizar, puede que haya un mini maratón.

Sabrán si hubo uno si publico el siguiente en una hora.

Sick for the love || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora