Año Nuevo

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Una hora.

Falta exactamente una hora para que arranque el año nuevo y Junior puede decir con sinceridad que esta es la primera vez en mucho tiempo que se siente feliz.

Una de las razones de su felicidad es el chico de ojos verdes y rulos que está agachado frente a su perrito, explicándole en un tono serio porque estuvo mal haberse robado uno de los sanguchitos de la mesa. Junior los observa enternecido, sabe bien que en menos de cinco minutos Blas va a estar consintiendo a Tori de nuevo.

Siempre lo acusa a él de tener a su perrito tan mimado, pero la verdad es que Blas es tan flancito como Junior aunque insista en lo contrario.

—Pensé que era joda cuando dijiste que lo ibas a traer—dice Romeo atrayendo su atención. —Es re tierno como lo cuidas.

Junior alza una ceja. —¿A Blas? ¿Cómo iba a dejar a mi novio en casa triste y abandonado en año nuevo?

—Dale boludo, sabes que me refiero a Toribio. No es que moleste, sólo me sorprendió cuando llegaron con él. Hasta parecen una familia—bromea. Junior no puede evitar la sonrisa que aparece en sus labios, ni el calorcito que lo invade al pensar que tal vez sí son algo parecido a una familia, chiquita y que cada día se hace más fuerte—Lula le tomo mucho cariño—añade Romeo como si se le acabara de ocurrir este último pensamiento.

Era verdad, Toribio había formando un vínculo con la esposa de su hermano. Junior tiene la sospecha de que todo empezó por las galletitas de manzana que la chica le regala cada vez que lo ve.

Además, Blas y Lula se han convertido en algo así como mejores amigos para la sorpresa de todos. Por eso (y porque Dante sigue recorriendo el mundo con su novia) están celebrando la entrada del nuevo año con la otra pareja en su casa, con una buena cena y los tragos preparados por Blas obviamente. Sus habilidades de bartender siempre han sido apreciados por la familia.

—¿Y cómo lo íbamos a dejar solo si tenemos unos vecinos re pesados que siguen tirando pirotecnia?—dice molesto. En navidad Junior estuvo a punto de irse a las piñas cuando Toribio no paraba de temblar por el ruido de los cohetes.

Esa noche Blas tuvo que bajarle la bronca a punta de besos y caricias.

—Bueno, al menos sabes que acá con nosotros va a estar seguro.

—Y sí, no podía dejar que mi bebé pasara un mal rato.

—Pensé que yo era tu bebé—dice Blas acercándose, lo rodea por la cintura con un brazo apretándolo un poquito. Junior se pega a su cuerpo al instante. Es una de esas cosas inevitables.

Junior voltea su cabeza para ver la expresión divertida de su novio. —No, vos sos mi amor—contesta en un suspiro. Blas sonríe, alza levemente el mentón, su agarre se vuelve más fuerte.

—¿Tu amor?—pregunta mirándolo directamente a los ojos. Junior asiente acomodando sus rulos.—Vos también sos mi amor, Ju.

Hay calidez, y dos corazones que laten con fuerza, y sonrisas que reflejan la otra, y no hay nada, absolutamente nada que pueda importar más que sus cuerpos acercándose más y más, y el corto beso que comparten. Un roce de labios, una caricia, un suspiro bajito.

Ninguno de los dos se da cuenta que Romeo los deja solos, ahí en medio del living, perdidos completamente en el otro.

—Acompáñame—dice Blas. Toma a Junior de la mano y los conduce hasta el balcón, sin reparar en Lula y Romeo que los miran en silencio, con afecto y los dejan ser.

Ellos entienden que cuando están juntos el resto desaparece. Junior y Blas tienen un mundo propio.

El delicioso vientito fresco de las noches de verano los recibe al salir, se respira tranquilidad y los brazos de Blas lo rodean por detrás manteniéndolo siempre cerca.

—Es una noche hermosa—dice Blas cerquita de su oído, Junior cierra los ojos momentáneamente, disfruta de la cercanía de sus cuerpos. —¿Listo para empezar nuestra primera tradición de fin de año?

—Claro que sí.

Blas deja un beso en su cuello y otro más en su mejilla antes de apartarse de él. Junior suprime un puchero, sería ridículo resentir la falta de contacto cuando lo tiene a centímetros y Blas no deja de sonreírle y hacerle trompitas para lanzarle besos en el aire.

Dante tenia razón, son los más gomas del mundo y a Junior le encanta.

Su novio coloca un recipiente de metal que estaba en una silla sobre el piso frente a ellos. Lo hace con tanto cuidado y concentración que pareciera que esta tomando un pedido para el bar.

—Ya esta—dice incorporándose—¿La trajiste?

El entusiasmo de Blas es tan parecido al de un nene que Junior tiene que dar un paso adelante para darle un besito que sin querer profundizan y termina con ambos tomando bocanadas de aire.

—¿Entonces?—vuelve a preguntar Blas cuando se separan, sin embargo su mirada sigue fija sobre sus labios.

Junior se ríe, su novio siempre ha sido incapaz de tenerlo enfrente y no verle la boca. ¿Y él? Él siempre ha sido incapaz de tener a Blas enfrente y no querer chaparselo o cualquier otra que involucre a los dos. Juntos. Íntimos.

—Obvio—dice produciendo un papel del bolsillo de sus jeans.

Cada uno había hecho una lista de las cosas que esperaban dejar atrás y otra de lo que querían para el año que recién está por comenzar. La primera están a punto de quemar y la segunda la dejaron en casa para leerla dentro de un año.

En la lista de Junior están escritos todos sus miedos, sus dudas, sus ansiedades. Las dificultades que pasaron y los obstáculos que vencieron para estar juntos. Para poder amarse libremente y salir a la calle sin importarles la mirada del otro.

No sabe lo que está escrito en la de Blas, pero se lo puede imaginar. La arruguita en medio de sus cejas que tuvo que deshacer con la yema de sus dedos después de que la terminó había sido respuesta suficiente.

Ambos rompen las hojas, dejando que cada pedazo se lleve un poco del dolor que esos recuerdos habían producido en su momento y que desde ahora ya no importarían más.

Tiran los pedacitos en el recipiente, Blas les prende fuego con un encendedor que saca de su bolsillo. Uno por uno empiezan a arder, es una cadena imparable que exorciza y sana.

Se miran a través del resplandor del fuego. Junior sonríe y entonces se incorporan al mismo tiempo para tomarse de las manos y ver el pasado desvanecer frente a sus ojos.

Cuando no quedan más que cenizas Blas le entrega otro papelito. Este es rojo y está doblado en la forma de un corazón. Junior arruga la frente.

—¿Y esto?—pregunta.

—Ábrelo.

Junior desdobla el papel con mucho cuidado, cada esquina, cada dobles cuenta una pequeña historia. Se puede imaginar a Blas tratando que esa hoja tome una forma nueva.

—Quiero comenzar cada año así con vos—dice cuando Junior logra abrir el papel por completo y su mirada corre sobre las letras escritas justo en el medio. Una y otra vez.

Porque estoy enamorado de ti
bien enamorado de ti
hasta los huesos

Junior siente en ese instante que sí es posible morir de amor. Escucha cada latido de su corazón, siente cosquillas en el estómago, le falta el aire. Blas lo mira expectante con la sonrisa a medio aparecer. Junior se acerca a su novio, enreda sus brazos alrededor de su cuello. Siente las manos de Blas sobre sus caderas. Fuertes. Familiares.

—Te amo—susurra sobre los labios de Blas.

Blas sonríe, junta sus frentes. —Te amo.

Sus bocas se encuentran en un beso, suave al principio, el labio inferior de Junior queda atrapado entre los labios de Blas, su lengua lo acracia, y la suavidad se convierte en un pequeño fuego que esta vez sirve para avivar ese amor que los recorre, que nos los suelta. Que ha permanecido intacto durante los años hasta que por fin se hizo una realidad.

Se envuelven el uno en el otro, se abrazan, se buscan, se besan hasta necesitar aire y entonces vuelven a empezar para terminar aún más pegaditos.

Una vez más el resto del mundo desaparece, los segundos se alargan, los minutos pasan. Un nuevo año comienza.

De Enero a Enero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora