010 El infierno de Oliver

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El infierno es un lugar que es descrito como horrible, un castigo o la misma muerte. Para Oliver no fue fácil adaptarse a una vida llena de dolor y sufrimiento, despertar y no ver a su abuela, no saludar al Diablo que no perdió la oportunidad de llamarlo y enviarle cartas en la que lo invitaba a no rendirse.

Lamentablemente no tuvo noticias de Fabián Valles, a lo mejor hasta pensó que se había olvidado de él. Lo único que deseaba era ser lo suficientemente fuerte para poder soportar todo lo que se avecinaba.

Quien se estuvo tratando de comunicar fue Gadiel, trató de evitar hablar con él para acarrearle problemas y que por su culpa fuera despedido o peor, que Dante de la Garza y Alejandro le hicieran daño.

                                ***

El fuego lo comenzó a consumir todo a su alrededor, mientras dormía no se dio cuenta que todo se volvía cenizas y su vida se estaba yendo en un suspiro. Doña Estela sintió que sus pulmones ya no aguantaban el humo que los cubría.

El padre de Oliver también dormía sin percatarse del incidente, tal era la calamidad que se vivía que los vecinos de los demás departamentos intentaban entrar.

Cristo no tenía ni idea de como salvar a la abuela de Oliver y su padre, su corazón se estrujó cuando el tanque explotó dando pie a más fuego. Cómo le explicaría al muchacho que...

¿Cómo le diría que se había quedado sin familia?

El fuego lo acabo todo, los cuerpos de Doña Estela y el padre de Oliver solo pudieron ser reconocidos por vecinos de ellos, porque ni siquiera la mujer con la que el padre de Oliver vivía quiso saber algo del cuerpo de su concubino.

La noticia fue titular en los noticieros de la noche por lo que Oliver no pudo darse cuenta, aunque tuvo un mal presentimiento que no lo dejo dormir bien.

Algo le decía que nada estaba bien, era como una espina en su cuello que no lo dejaba en paz. Lo que le daba tranquilidad es que su abuela le había dicho que mañana vendría a visitarlo.

— ¿Esa no es la abuela del González? — preguntó un recluso a otro.

Oliver tomaba su rutina en la mañana para ir al patio, gracias al programa que había en el reclusorio había logrado implementar algunas estrategias para hacer negocios en el penal con la venta de cuadros religiosos y dijes de algún metal precioso.

— Chale que mala onda, tantos años que va estar aquí y solo — dijo el otro recluso.

Respiro el aire fresco que le dio en el rostro, hasta que fue interrumpido por Benjamín uno de sus amigos y compañero de celda, él había sido setenciado a cuatro años de prisión por pertenecer al Cartel Calavera.

— Mi más sentido pésame Oli — le dijo Benja intentando abrazarlo.

El muchacho no entendía porque su amigo y compañero de celda le daba el pésame, a lo mejor se estaba equivocando y un familiar de otro recluso había fallecido. Se apartó de Benjamin observandolo confundido.

— Estás equivocado, ningún familiar mío ha muerto — dijo Oliver.

Uno de los custodios se acercó a Oliver, no tenía alguna expresión en su rostro. Lo tomo del brazo y le explico que iría con un trabajador social quien le explicaría el proceso en el que se encontraba su caso y una noticia.

Caminaron hasta llegar a la oficina del psicólogo, Oliver ya había venido con él anteriormente para hablarle de sus problemas y contarle por lo que estaba en prisión, gracias a dios ese hombre se convirtió también en un ancla.

Lamentablemente le tendría que contar la verdad.

— Tengo algo que contarte sobre tu caso Oliver, se que no será fácil más porque hoy por la mañana un amigo tuyo estuvo tratando de contactarme para informarme de tu perdida — dijo con un nudo en la garganta — tu abuela y padre han fallecido en un lamentable incendio.

Sin CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora