El asintió y se sentó junto a mi. Me gusta que me pongan atención y eso es justo lo que hace Henry; poner toda su atención en mi.
— No entiendo... —hice una pausa tratando de poner todas mis preguntas en orden—. ¿Por qué me ayudaste... si no me conocías? —después de tanto tiempo ahora vengo a preguntarle eso y hace que me sienta estúpida de algún modo.
Lo vi dudar y eso solo hace que piense que ni siquiera él sabe porqué me ayudó cuando no me conocía. Pero yo fui la idiota que aceptó pero no tuve opción, él solo quería ayudarme y lo dejé. También porque pensé que mi tía o algún otro familiar vendría por mi para ayudarme pero no pasó nada de eso.
— Cuando te vi tirada en el piso, escuchaba tus gritos y veía cómo caían tus lagrimas, eso me partió el corazón y también lo que pasó ya que como te dije en el hospital nuestros padres se conocían y... solo quise que tú estuvieras bien porque... —se tuvo, pasó sus manos por su cabello pero no volvió a pronunciar palabra.
Todo lo ocurrido pasaron como flashes por mi cabeza, desde el momento en que vi aquellas camionetas, y luego yo en el hospital. Todo ese dolor volvió o fue que nunca se fue y sé que jamás dejaré de sentir ese vacío.
A veces lloro en silencio y el dolor me va consumiendo en algunos momentos, pero siempre que me acuerdo de Henry el dolor disminuye ya que el cariño que le tengo es mi soporte. Y ahora también mis amigos y sé que podré salir de este maldito dolor que hay en mi corazón.
Lo miro y sus ojos ven a los míos y pude jura que dejé de respirar, su mirada es tan cálida que no puedes apartar la mirada de él.
No puedo.
Y no sé si esto está mal, así como tampoco sé que esto es correcto, pero cuando miro sus ojos me siento en paz y tengo miedo de lo que pueda sentir porque ya me comienzo a sentir extraña.
— Al principio pensé en que era mejor si vivías sola pero con todo lo que había pasado pensé que tomarías malas decisiones y no me equivoqué —se que habla de cuando no pude acabar con mi vida, ahora me siento avergonzada—. Esa vez tenía tanto miedo de que pudieras hacerte... —soltó una pequeña risa llena de tristeza. Nuestros ojos no miraban a otro lado que no fuera el uno al otro.
Su mano viajó a mi mejilla y la acarició, quitando cualquier rastro de lagrimas que hubo. Cerré mis ojos y luego sentí como dejaba un beso en mi frente, haciendo que me estremeciera por completo.
— No sé cómo pagártelo...
— Yo si —mi ceño se frunció ya que no esperé que el me lo cobrara. Después de todo creí que solo era una buena acción suya.
— ¿Cómo? —se lo pensó unas veces y luego sonrió, dándome un poco de alivio.
— No es por elogiarte pero... la comida te queda mejor a ti —se encogió de hombros.
Me reí, después de un mes y algunas semanas Henry hizo que me riera.
— Hmm, acabas de elogiar mi comida...
— Quise decir que cocinas bien pero no también como yo...
— Por supuesto, PoliChef —reí mientras me dirigí a la cocina escuchando su risa.
— ¡Pondré un restaurante y se llamará así; PoliChef! —gritó y solo pude negar mientras sonreía.
Escuchar su risa hace que me sienta feliz, al principio me dio la impresión de que fuera amargado ya que no había escuchado su risa pero ahora es todo lo contrario porque tiene sentido del humor.
Solo de pensar en su sonrisa hace que yo sonría.
(.....)
— Cassie, sé que te sientes en luto y que quizás piensas que estás haciendo mal en... sonreír, pero tienes que ser feliz. Date una oportunidad... —Vero fue interrumpida por Ken.
— Cass, no escuché a esta loca —Vero le pegó en el hombro con indignación en su rostro—. Estoy de acuerdo en que tienes que ser feliz y por mi está bien, pero recuerda Nica... —Vero lo miró con cara de matarlo por cómo la llamó, yo sonreí internamente—, que somos su mejores amigos y tenemos que darle el visto bueno —Ken se carcajeó de una manera que él cree escalofriantes pero a mi vista es una carcajada de un minion.
Contarle todo sobre lo que me pasa a ellos me quita un peso de encima porque ellos son como mis terapeutas, a pesar de sus malos consejos que dan a veces me ayudan bastante y no puedo estar más feliz como ahora.
— Solo para criticar. Además, nunca dije que me gusta —su risa aumentó llamando la atención de algunas personas a nuestro alrededores—. Ahora soy todos oídos... ¿quién de ustedes comienza? Porque algo me dice qué hay muchas cosas interesantes —y dejaron de reírse.
Parecían dos mudos, dos personas que no mostraban expresión pero me da risa porque sus caras son única. Ellos se miraban para ver quien comenzaba primero y luego me miraron.
— Será un largo día —dijeron al unísono y los tres reímos.
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En El Olvido ©
Short StoryCassandra Jenkins sintió que su vida se derrumbaría luego de haber perdido a sus padres y a su hermana pequeña en un incendio. Sentía que ya nada tendría sentido sin ellos y no tenía ganas de vivir. Pero luego llegó él para evitar que se derrumbase...