JayDick (Red Hood x Nightwing) - Omegaverse

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No soy buena escribiendo hard y además es la primera historia con temática Omegaverse que intento hacer.

Dicho eso, espero que haya salido decente.

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El olor jazmín comenzó a apoderarse de cada esquina de la vivienda donde Nightwing y Red Hood residían actualmente, o al menos donde solían dormir y comer unas cuantas veces al mes, puesto que, por las misiones, pasaban la mayoría de su tiempo cubriendo sus necesidades básicas en otro estado o incluso en la Atalaya.
Esta vez  se quedaron en casa, ya que la tarea de esta ocasión no era algo de suma importancia y Richard ya llevaba mucho tiempo seguido usando supresores para cumplir con su trabajo, cosa que no es sana en ningún sentido, por lo que decidieron tomar un descanso y esperar a qué el celo del mayor llegara con naturalidad.

El menor de los dos, Jason, que se encontraba lavando los platos de la última comida del día, dejó de lado su tarea al sentir el penetrante y acogedor aroma de su omega salir de la habitación principal del pequeño departamento de una planta, parecía una caricatura flotando por el olor de un delicioso pastel, pero lo que le esperaba dentro de esa pieza era mejor que todo postre en el multiverso.

– ¿Babybird? – mencionó el antihéroe Red Hood sosteniéndose del marco de la puerta abierta, tratando de no saltar como  un animal necesitado sobre el caliente y débil cuerpo del primer compañero de Batman (aunque ambos eran animales necesitados en ese momento).

–Jay...– Richard, desde el nido de almohadas y cobijas hecho en la cama matrimonial de la pareja hace un par  de días, soltó una mirada suplicante de atención a su pareja que se notaba desesperada por atender al llamado del chico ojiazúl que yacía indefenso con tan solo un bóxer color rojo a rayas y una camiseta de tirantes blanca.

Tan rápido como Flash (si eso es posible) el menor se posicionó encima del trabajado cuerpo de su compañero, listo para comenzar una larga semana de mimos, caprichos y cambios de humor por parte del azabache debido a su celo, cosa que no le molestaba puesto que también afectaba las hormonas del mismo y lo ponía deseoso de probar cada parte de su ser y complacer cada una de sus peticiones.

Sus labios no tardaron en unirse en un intenso y desesperado beso, sintiendo sus lenguas pelearse por tomar el control de la del contrario mientras que las manos del acróbata tomaban con fuerza la cabellera teñida de negro del antihéroe y la derecha de este se dirigía a la cadera del Omega, tocando su piel por debajo del bóxer rojo, propiedad de Jason, que portaba el mayor.

– Como... ¿Cómo te sientes? – preguntó Red Hood al mismo tiempo que se dirigía al cuello de Richard para dejar besos fugaces, la razón de su pregunta es que, en veces anteriores, donde usaba supresores celo tras celo, cuando al fin lo podían dejar llegar, este dolía.

–Mas que bien... Cariño– dejó escapar entre exhalaciones fuertes y rápidas  debido a la excitación, dando a entender la ausencia de cualquier dolor en su cuerpo.

En unos cuantos minutos, la camiseta verde oliva y los pantalones de pijama azul que vestía Jason, junto con las pocas prendas del acróbata, se encontraban tiradas en el suelo de la apenas iluminada habitación color naranja chillón que la pareja prometía cada semana que pintarían de un color menos asaltante a la vista.

Dick buscó con el tacto el cajón del pequeño mueble al lado de la cama donde residía la lámpara que iluminaba levemente la recamara, para encontrar los condones que siempre debían estar ahí, tomar uno y con la mano derecha extenderle el preservativo a su pareja.

– Yo... Jay... – entre respiraciones agitadas, el azabache trajo con su mano libre el rostro del contrario al suyo
– Te necesito– dijo con toda la firmeza que pudiera utilizar y lanzándose una mirada que expresaba lo  que decía – Ya...–.
Tan pronto como esas palabras fueron mencionadas, Jason rompió el empaque del condón, con cuidado de no romperlo, y lo coloco en su miembro ya erecto, comenzando a entrar en el ano del mayor y haciendo que este soltara gemidos de dolor y placer con los ojos cerrados fuertemente y sus manos apretando la cobija debajo de este.
– ¿Te duele?, ¿Estás bien? – el instinto protector del alfa se dejaba ver con cada pregunta de preocupación que soltaba, cosa que enterneció e hizo que Richard le entregara una leve sonrisa en señal de que todo estaba perfecto, acción qué fue captada por el menor, dándole a entender que siguiera con el acto.

– aaahh~ – en cuanto todo el pene de Red Hood se introdujo por completo en el apretado y cálido interior de Nightwing, todo sonido de placer y lujuria empezó a salir por parte de ambos. Las embestidas se fueron volviendo cada vez más rápidas y para este punto la razón brillaba por su ausencia.
Las bolas de Jason  chocando con el exterior de la entrada de su pareja producían la sinfonía perfecta y cada embestida era respondida con delirantes gemidos incontrolables.
– ¡Si!, A... ¡Asi!~ – el miembro viril de Jason llegaba cada vez más adentro sintiendo una inmensa cantidad de placer.

– Nnnhgg... DICKIE~– con la poca cordura que le quedaba, Jay tomó el pene de su pareja con su mano izquierda y sosteniéndose sobre la cama con la otra, comenzando a masturbarlo formando un anillo con su dedo pulgar e índice y deslizándolo de arriba a abajo.

Richard apretaba sus labios por tales sensaciones y los abría solo para dejar ir expresiones de extremo placer mientras que sus ojos se desviaban y sus manos cerradas en un puño con la cobija que tenía debajo entre estas.

–¡Más!, ¡Más!, ¡MÁS!– la mano derecha de Dick soltó la manta y se dirigió a acariciar la mejilla de su amante, provocando que sus miradas llenas de lujuria se conectaran para que los labios del menor bajaran hasta unirse con los del azabache en un apasionado beso incontrolable cuando...

– ¡¡AAAHH!! – el pene de Jason tocó el lugar sagrado de su novio, provocando que este se separara del beso para soltar el estridente gemido. Los ojos del menor contemplaron complacido las incomparables y excitantes expresiones de su amado y los sonidos que avisaban lo inevitable.

– Vo... ¡Voy a terminar! – dijo Richard casi gritando.

– Solo espera... – Jay apresuró sus estocadas en busca de venirse lo más sincronizado que pudiera a su amante.

– JAY~ – apenas terminó su palabra y lo siguiente que sintió fue el semen saliendo de su miembro y manchando con algunas pocas gotas su abdomen y el de Jason, el cual tampoco tardó en llenar con sus fluidos el preservativo que cubría por completo su pene.

Antes de caer rendido sobre el entrenado cuerpo de Richard, este sacó su miembro de su ano y por fin se desplomó cansado y con la respiración agitada encima del vigilante.

– ¿Te gustó Babybird? – dijo Jason levantando su cabeza a modo de que su barbilla quedara recargada en los pectorales del ojiazúl y sus miradas conectaran.

– Podría seguir haciéndolo el resto de la noche – mencionó al mismo tiempo que enredaba su dedo en un mechón de cabello del contrario.

–Ja – exclamó cerrando sus ojos – tu sí, pero yo ya no tengo energía – se acurrucó entre los brazos del omega y poco a poco se sumergía en un profundo  sueño.
Richard lo noto y decidió ya no molestarlo y dejarlo dormir plácidamente, cosa que el acróbata no tardaría mucho en también hacer.

...

A la mañana siguiente, el primero en despertar fue Jasón, que somnolientamente y con lagañas en los ojos, contempló el perfil de su pareja y se levantó con la intención de sentarse en la orilla de la cama teniendo cuidado de no despertar a Dick.

Sus pies descalzos sintieron el frio suelo al momento que se sentó y se dio cuenta que aún tenía puesto el condón de anoche. Lo retiró y le hizo un nudo para después lanzarlo al bote de basura en la esquina de atrás de la puerta del cuarto.

– Jay – Richard deslizó sus dedos por su espalda, llamando la atención del mencionado.

– Buenos días Dickie – le dijo volteando la cabeza con una sonrisa que mostraba parcialmente sus dientes
– ¿Dormiste bien? – El mencionado afirmó con un movimiento de cabeza al mismo tiempo que dirigía su mano a sostener la muñeca de Jason.

– acuéstate – le miró como un perrito que quería que su amo se quedara.

– pero estoy sucio, tengo que asearme – le contestó si dejar de mirarle .

– no me importa – dijo haciendo un puchero que hizo que el menor rodara los ojos  y accediera a su petición.

Sin duda sería una larga semana.

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Feliz año nuevo

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