La joven italiana se encontraba saliendo de su casa, con la mochila. Comenzó a andar por las calles de París, con los parpados algo cerrados. Revisaba de vez en cuando su teléfono móvil cuando debía detenerse por los semáforos en rojo.
Tenía más de cincuenta mensajes diarios por sus compañeros de clase, interesados por sus supuestos viajes por el mundo. Sonrió al leer tantos mensajes, aunque fuese tan solo por encima ya que tardaría demasiado en leerlos todos.
[...]
Llegó a las puertas del instituto a las siete y media de la mañana y entró. Ya había algunos alumnos, hablando entre ellos. Agarró fuertemente el enganche de su mochila y decidió entrar.
Subió las escaleras hacia su clase, viendo antes de terminar de subir como cierto rubio entró. Una sonrisa apareció en su rostro por ello. Aceleró el paso para llegar antes y poder hablar con él nada más entrase, pero se detuvo al escuchar varias risas proveniente de está.
Miró por la ventana que había de la clase, escondiéndose un poco. Se percató de que sus compañeros estaban en una mesa haciendo un círculo, hablando con alguien; Marinette. La pastelera había traído unos macarons*.
La castaña entrecerró los ojos, mientras hacía una mueca de desagrado. Se notaba que estaba furiosa. Después de lo que ocurrió cuando fue akumatizada* en Chamaleon* había establecido una rivalidad con ella y no le agradaba que tuviese tanta atención. No podía permitirlo.
Todo fue a peor cuando vio como Adrien* se acercaba hasta ella, con esa sonrisa tan radiante. Notó los nervios que siempre tenía la azabache cuando tenía al rubio cerca, era obvio que estaba enamorado de él, salvo que el de ojos verdes no ser percataba de ello.
Vio como Marinette sacaba uno de la caja, su mano no paraba quieta hasta que el chico tomó la comida y se llevó a la boca.
– ¡Mmmh! – Exclamó encantado con el sabor del macaron – Tan rico como siempre, Marinette – Le felicitó amablemente una vez terminó de tragar y terminárselo –.
La italiana gruñó enfadada. La de ojos azules sonreía bobamente, con un pequeño sonrojo en su rostro.
– G-gracias, Adrien – Se lo agradeció la pastelera, terminando por una risa nerviosa sin quitarle la mirada al rubio –.
La castaña no iba a tolerar eso. Se dirigió a la puerta y la abrió de golpe, tratando de no perder su postura, mostrando otra expresión para que nadie notase su enfado. Todos los presentes se la quedaron viendo por esa entrada tan repentina. La chica se puso nerviosa.
Solo podía salir de esa situación de una manera. Haciendo lo que mejor se le daba.
– Uff – Cambió su expresión a una de alivio, colocando una mano en su pecho – Perdonad chicos, no podía abrir la puerta y tenía el miedo de que os hubieseis quedado encerrados porque estuviese defectuosa – Les explicó fingiendo estar apenada e incluso algo asustada – No sería la primera vez, en uno de mis viajes a Rumanía un niño de cinco años se quedó atrapado en un cuarto y tuve que sacarlo yo misma, mientras su madre miraba porque no podía hacer nada ya que iba en silla de ruedas – Puso emoción en esas palabras, tratando de sonar nostálgica por contar algo tan triste –.
Todos en la sala se compadecieron de la historia de Lila, sobretodo Rose, ya que era la más sensible, mientras tanto Marinette solo fruncía el ceño algo enfadada por esa mentira. Adrien tan solo se quedó mirando a la castaña.
La italiana se dirigió a su sitio, aún fingiendo que estaba triste por recordar aquel hecho tan trágico. Dejó su mochila en la mesa. En su interior estaba sonriendo, había logrado su objetivo y estaba orgullosa de ello.

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Hundred Masks || Miraculous Ladybug
Fanfiction[Actualizaciones lentas, muy lentas] Lila Rossi vuelve a ser akumatizada, pero esta vez, sus poderes pueden hacerle frente a cualquier héroe en todos París. » Miraculous Ladybug no me pertenece » Esta historia se centrará en Lila Rossi » Créditos a...