capítulo 8

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—Yo nunca... Me he tirado un pedo follando.

—Marta, se supone que este juego es para emborracharnos todos, no sólo tú. —África se reía con los ojos entreabiertos.

—¿No jodas que soy la única a la que le ha pasado?

—No. A mí también. —Carlos bebió mientras se reía y chocaba los cinco con Marta.

Habían acabado todos sentados en el suelo. A un lado, África, María y Marta, por ese orden. Seguidamente, Damion, Carlos, Julia y Dave, y Alba y Natalia al otro lado. Alba no había dejado de estar pendiente de Natalia, que mantenía conversaciones al azar con las personas que le preguntaban cosas varias. Estaban sentadas con las piernas cruzadas respectivamente, y aún así cuando la rodilla le rozaba la piel, parecía despertar todos sus sentidos. A lo mejor era por el alcohol, pensaba ella. O a lo mejor no. No era ningún secreto que Natalia le atraía, pero aquella noche se sentía más afectada por su presencia. No podía parar de mirarla, cómo echaba el cuerpo hacia atrás cuando se reía, o cómo le brillaban los ojos reflejando la luz tenue del salón.

—¿Qué miras? —Natalia giró la cabeza y preguntó al ver a Alba observándola de cerca. La verdad era que estaba más guapa que nunca, teniendo en cuenta que Alba siempre estaba guapa. Pero ahora la miraba así, cerquita, con la boca algo abierta y los ojos inquietos, y Natalia no pudo evitar repasar de su rostro cada centímetro de él. Se quedó como en trance, y, tímida a la par que nerviosa, se recolocó apoyándose en el sofá detrás suyo, esperando una respuesta. Alba se veía tan exótica, sus mejillas tan rosadas y su mirada tan penetrante, que Natalia sabía que sí se rendía, saldría de allí con un problema más. De todas formas, seguía mirándola, expectante, para acordarse de sus facciones una vez más, después, en su cuarto. Escribiendo sobre ella.

—A ti. ¿Te incomoda? —contestó Alba imitando la postura de Natalia.

Ella, al contrario que la morena, no frenaba sus sentimientos, que fluían por su cuerpo como la electricidad. La veía entre su pelo brillante y sólo pensaba en besarla, en tocarla, y en darle placer. Cada vez que la miraba todo se magnificaba, y a diferencia de otras veces, no tenía miedo. No tenía miedo al rechazo.

—No.

—Espera. Tienes una pestaña en la cara. —Alba acercó la mano y la cogió de su mejilla, tan despacio que a Natalia le pareció que se paraba el tiempo. Cuando la tenía en su dedo, la puso delante suyo.

—Pide un deseo y sopla.

"A ti." Pensó ella, y la miró a los ojos mientras soplaba. Los ojos de Alba se oscurecieron por la forma en la que sus miradas se juntaron, y notó cómo su cuerpo se encendía. Natalia no podía negar todo lo que Alba le provocaba, aunque fuera sólo la atracción física y sexual que se generaba entre ellas. Algo inevitable, y más cuando Alba cambiaba su personalidad adorable del día a la de por la noche. Se volvía tremendamente sensual, y Natalia no podía parar de imaginarse su cuerpo sobre el suyo, cada curva sobre la suya como si fueran un puzzle.

—Chicas, ¿os parece si vemos una película de miedo así todos juntitos? —el ruido de fondo se hizo cada vez más nítido cuando Carlos se acercó a ellas para preguntarles. Alba miró a Julia, que sonrió divertida al percatarse de las caras de ambas. El resto hablaba demasiado como para darse cuenta de lo que ocurría.

—¡No, de miedo no! —gimió Alba.

—Tranquila, que me pongo a tu lado. —dijo Natalia entretenida con la rubia.

—Vale. —cedió Alba preocupada.

Natalia se tumbó en el sofá, y en el espacio que quedaba entre sus piernas y el respaldo, a la altura de la cadera, Alba puso su cabeza sobre un cojín, tumbándose también.

—No tienes pinta de estar nada cómoda. Súbete un poco anda, tonta.

Alba miró hacia arriba y cedió, ascendiendo un poco. Ahora estaban tumbadas a la misma altura, sus brazos tocándose tímidos pero evitando demasiado contacto. Estaban tensas y cómodas a la vez, como esperando una señal que las permitiera relajarse.

Carlos tenía el mando en la mano mientras buscaba una película, y todo el mundo parecía tener una sugerencia. Gritaban nombres al azar pisándose la voz unos a otros, Marta y Dave pedían una sobre fantasmas, María y Damion sobre el demonio, y Alba no sabía que decir porque cada tema le daba más miedo. Les miraba con los ojos muy abiertos mordiéndose el labio, preocupada.

—Estás un poco acojonada, ¿No?

—Sí. Es que me dan mucho miedo y encima luego tengo que dormir sola. —dijo Alba seriamente.

—¿Quieres que me quede... A dormir? Me pones un colchón o algo. Así no tienes miedo.

Alba se sorprendió y esbozó una pequeña sonrisa, después asintió. Unos segundos más tarde, escuchó la película empezar. Se acurrucó en el sillón bajo la manta, con la cual se tapaba media cara mientras veía la televisión concentrada. A Natalia le fascinaba la rapidez con la que Alba podía cambiar de ánimo, de mirarla como si quisiera comerla con los ojos a esconderse bajo la manta como un animalito.

El primer susto de la película. Alba dió un respingo y su respiración se aceleró. Su mano, bajo la manta, buscó el cuerpo de Natalia, que le dió la mano. Ahora estaba de lado, su mano entrelazada con la de la otra chica reposaban sobre su abdomen. Cada vez que una escena emanaba tensión, Alba apretaba sus manos todo lo posible. A Natalia le parecía lo más adorable del mundo en ese momento.

Poco a poco, se fueron juntando cada vez más, pero fue cuando Alba colocó la pierna encima de la de Natalia cuando ésta se tensó. Estaba peligrosamente cerca de su centro, lo cual provocaba que mil imágenes corrieran por su mente. Intentó concentrarse en la película, pero entonces Alba habló.

—Nat. —esperó a que la mirara—. ¿Me haces cosquillas en la espalda?

"Uy no. Eso sí que no." Pensó Natalia creyendo que sería la cumbre de todo, pero la miró a los ojos y no pudo negarse. Alba se tumbó más cerca suyo dejando la espalda hacia arriba, y Natalia empezó a acariciarla por encima del vestido. Desprendía un olor tan suave e intenso a la vez que Natalia, aunque quisiera, no podía estar pendiente de las imágenes que pasaban por la pantalla. ¿Qué estaba haciendo? Todo lo que su cerebro le ordenaba lo ignoraba, cayendo presa de los encantos de la pequeña chica. Se excitaba solo de pensar en tenerla así de cerca, con la pierna entre las suyas, con esa espalda tan definida que acariciaba, con la cabeza casi rozando su pecho...

—Voy a por un vaso de agua. —dijo Natalia levantándose y huyendo de allí.

uy uy, ¿qué pasará? ¿creéis que natalia podrá aguantar? este capítulo es un poco corto pero así actualizo, pronto pasarán más cosas. muchas gracias a la gente que lee esta mierda, me entretiene y si a alguien le gusta, pues mejor que mejor. adeu!

Twist of Fate × ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora