Cap. 3: El momento de la verdad, parte 2.

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Merlín encontró a Arturo enfurruñado afuera de su casa, afilando una espada. Él tenía una idea bastante buena de por qué. Se sentó junto al Príncipe.

—El padre de William murió luchando por el Rey Cenred, por lo que no confía en nadie de la nobleza.

Shiing.
Shiing.

—¿Crees que los aldeanos están de acuerdo con él? —Preguntó Arturo, sin levantar la vista.

—No. Siempre ha sido un alborotador, —Sonrió Merlín. —Están acostumbrados a ignorarlo

Shiing

—¿Y si tiene razón?

Shiing

—No la tiene.

Arturo finalmente miró a Merlín a los ojos, exasperado.

—¡Los estoy tratando como soldados, pero no lo son! ¡Los has visto luchar, ellos... no tienen ni idea! Tienes que decirles a todos que se vayan de la aldea antes de que Kanen regrese —Se quejó.

—No, nos quedaremos. Vamos a luchar, y vamos a ganar —Insistió Merlín.

Arturo se frotó el puente de la nariz. —Merlín, no podemos. Las probabilidades son demasiado bajas...

—Podemos. Haremos que Kanen lamente el día en que vino a este pueblo. Todo lo que necesitas hacer es preparar a los hombres para la batalla, ¡y el resto se hará cargo de sí mismo!

—¿Y si no lo hace? —Se burló.

—Solo tienes que creer en ellos. Porque si no lo haces, lo sentirán y la batalla se perderá incluso antes de que comience.

Arturo apartó la mirada, volvió a afilar su espada.

Shiing

—... Creo que voy a dejar que las mujeres luchen. —Admitió Arturo.

—¿Morgana llegó a ti? —Merlín sonrió.

—No, claro que no. Simplemente no tenemos los números y necesitamos todas las ventajas que podamos obtener. Esto no tiene nada que ver con ella.

—Si tú lo dices, "señor".

—Obviamente no vas a ser de ninguna ayuda, así que necesitamos que las mujeres luchen.

—¡¿Ninguna ayuda?! Por favor, ¿no viste cómo yo...?

—¿...estabas demasiado ocupado ocultándote como el cobarde que eres ayer? —Arturo sonrió.

—¡Acabé con dos bandidos!

—Si tú lo dices, Merlín.

—Imbécil.

—Necesitas pensar en mejores insultos. "Imbécil" se está haciendo viejo.

—Imbécil real.

—¡Oi!

~~~~~

Kanen regresaría mañana, y Merlín acababa de terminar algunos preparativos de último minuto. Rápidamente caminó de regreso a su casa en la oscuridad, un poco nervioso. Era tarde, su madre y las chicas probablemente estaban preocupadas. Podía oír a Arturo tratando de convencerlos de que "ese idiota" siempre llegaba tarde a todos lados.

Un brazo salió de la nada y agarró a Merlín, haciéndolo saltar. La figura sujetó a Merlín contra una pared, su brazo se sostuvo contra su cuello y restringió su respiración.

—¿Qué estabas haciendo merodeando por ahí, muchacho? —Dijo la figura con voz grave y profunda.

—¡Nada! —Jadeó Merlín.

Emrys el Dragón (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora