IV. Regalos De Boda

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Kings Landing

Lo único que Ellys había llevado consigo de Nayland a Kings Landing, era a dos siervas: una llamada Brella, quien la había ayudado en el momento del parto; y la otra, Veera, que se encargaba de sus comidas y de limpiar sus trajes. No confiaba en ninguna de las sirvientas que su señor esposo pudiera ofrecerle, serían mujeres vasallas de los Lannister, espías de la Reina o del propio Lord Tywin.

La mañana en la que el Rey Joffrey se casaría, sus doncellas llegaron con el agua caliente para el baño. Ellys dejó que Brella le sacara el camisón por la cabeza y se metió en la enorme bañera de madera.

-¿Está mi esposo en las estancias? -le preguntó a Veera.

-No, mi lady -respondió ella- Lord Tywin mando a llamar a Ser Jaime hace un rato. Él debe estar por llegar.

«No me importaría si no volviera». Pensó, con una sonrisa traviesa en los labios.

Pidió que le alcanzaran una copa de vino, la bebió en dos sorbos y estuvo tentada a pedir una más, pero fue cuando su esposo volvió a la habitación.
Llevaba una nueva espada en el cinto, con la empuñadura de oro en forma de una cabeza de león con los ojos rojos hechos con rubíes.

«Que ironía regalarle una espada nueva a un manco». Pensó divertida.

Jaime se percató de la desnudez de su esposa y buscó una excusa para marcharse.

-Yo también debería darme un baño antes de la ceremonia -dijo él.

-La tina es lo bastante grande para los dos -sonrió Ellys.

Las siervas la miraron a la espera de una orden.

-Pueden irse -les dijo ella- Haré que las llamen cuando necesite vestirme.

Brella y Veera asintieron y salieron de la recámara.

-Tu espada tiene una buena empuñadura -comentó Ellys, apoyando sus codos en el borde de la tina. Sus pechos sobresalieron sobre el agua.

-Parece que mi padre tiene buen sentido del humor -respondió Jaime. Soltó la espada y la colocó sobre la cama- Es acero valyriano. Siempre quise una de esas, ¿pero de qué me serviría ahora? -rió, agitando en el aire el guantelete de oro.

Caminó hasta llegar junto a la tina. Se retiró las botas, el jubón y los pantalones de lana.
Ellys detalló su anatomía; tenía edad para ser su padre, pero sus años como Guardia Real le habían dado una estructura atlética y fornida. Además estaba bien dotado de la virilidad entre las piernas.

-Espero que tu ofrecimiento de compartir el baño no haya sido una broma -dijo Jaime.

-En lo absoluto, es una tina demasiado grande para mí sola -se corrió a un lado para darle espacio a entrar.

Jaime sentó frente a ella, sus pies le rozaban los muslos y él no disimulaba la mirada recorriendo su cuerpo.

-¿Cómo te hiciste esa herida? -él le señaló una cicatriz en forma de "X" que tenía bajo el seno derecho.

-Me cayó una flecha -contestó- Estuve practicando un poco antes de dejar Nayland, parece que ya no soy tan buena. ¿Cómo perdiste la mano?

-Esa es una historia más larga...

-Aún tenemos tiempo -«todo el tiempo del mundo, habría dicho Theon»

-Trataba de ayudar a alguien, ella...

-¿Ella? -«Vaya, esto se pone interesante»

-Brienne de Tarth, esa mujer enorme y testaruda. Los hombres de Bolton nos tenían como prisioneros, iban a pedir oro por mí, pero a ella querían violarla. Les dije que su padre les daría muchos zafiros si le devolvían a su hija con el honor intacto... Bueno, no le hicieron nada a la moza, pero tampoco se tomaron a bien que yo interviniera -satirizó.

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora