7.- Estoy enfermo.

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Entre sábanas titiriteando se encontraba el peligris, hecho bolita se movía de lado a lado, un temblor incesante le sacudía en leves olas, sus pies fríos y manos no ayudaban a la situación. Bastante agotado cómo para ir en busca de un paño húmedo decidió quedarse en cama, luego se le pasaría la fiebre, estaba seguro.

Oía el vibrar de su teléfono, debían ser las 7 de la mañana, poca luz entraba por la ventana anunciándole era temprano. Otra llamada entraba a su buzón, apretó sus ocelos tratando de descansar, su noche no había sido la mejor.

El timbre de la casa resonó por las cuatro paredes. Se repitió al menos dos veces hasta que percibió pasos pesados afuera de su habitación, giraron el pomo y entraron sin hacer mucho ruido.

-Cielos, Minnie- dijo un preocupado JungKook acercándose al cuerpo débil cubierto de mantas, tocó su frente notando lo caliente que estaba, un sudor cubrió su palma- Tienes temperatura ¿Por qué no me contestaste las llamadas?- preguntó levantándose con dirección al baño, puso agua fría en un balde y regresó a la alcoba.

-Nn... No tengo... Ff... Fuerzas- castañeó desde su posición. Observó con dolor en su cabeza al castaño moviéndose en busca de una toalla, la halló al pie de un cajón marrón.

-Diablos, Mochi ¿Qué harías si no estuviera aquí?- puso la tela mojada sobre su frente.

-Sobrevivir- respondió a la vez en que un escalofrío le recorría el cuerpo completo.

-No iré a la universidad, me quedaré contigo- afirmó empapando el rostro en un tono rosado. Él más bajo negó.

-Debes ir- inhaló con dificultad- Así me ayudarás con las tareas- lamió sus labios resecos- Tienes suficientes inasistencias, sé responsable, Kookie-

-¿Pero y tú?- sus ojos se abrieron ante las palabras del chico.

-Estaré bien, sólo dame dos analgésicos- pidió tratando de sonreír.

Con una mueca en sus belfos, se reincorporó para averiguar donde estaban los medicamentos.
Rápidamente los encontró en el baño, bajó a la cocina por agua y la entibió en el microondas, subió de nuevo, dejando a un lado en la mesilla de noche ayudó a Jimin a sentarse, notó el intenso calor en la espalda ajena, un gemido se hizo presente repiqueteando su sentido auditivo.

-Me duele el cuerpo- jadeó por la presión en su columna.

-Ten, bolita- colocó las tabletitas redondas en la mano del peligris.

-Me odiarás- bufó abatido- Pero no puedo mover mi mano- un mohín surcó su frente.

-No podría odiarte- sonrió con pesar. Situó las pastillas en su boca, posicionó el vaso con agua en el sitio anterior e hizo bebiera lo suficiente- Volveré en la tarde- aseguró.

-Hoy llegan mis padres- se acurrucó- No le gustan los extraños-

-No soy un extraño- bufó con un puchero.

-Ellos no lo saben- comentó sintiendo el paño mojado otra vez. Sus fanales con bolsas negras bajo ellos le enfocaron.

-Pero tu sí- acarició su mano antes humedecer una toallita diferente- La pondré en tu abdomen, mi madre hacía eso cuando enfermaba. Decía que bajaría más rápido la fiebre y milagrosamente lo hacía así que... No perdemos nada- retiró las sábanas y con la velocidad de un rayo puso el trapito en su estomágo- Listo- lo tapó y tomó su mochila- Creo que sería bueno decirle a tus padres- sugirió.

-No me escucharán, es inútil. Lo intenté en el pasado, no resultó- habló con voz suave.

-Fue hace algunos años, tal vez esta ocasión sea distinta- esperanza le brindaba al pequeño. Con ternura vió a su conejito.

His Last Smile *KookMin*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora