este lienzo

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en primavera nacen los arcoíris; en invierno mueren.

cuando yuta notó la tonalidad rosácea en los labios de sicheng no pudo evitar sonreír

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cuando yuta notó la tonalidad rosácea en los labios de sicheng no pudo evitar sonreír. tampoco pudo evitar alegrarse al escuchar de parte de su amado que sus labios, de igual manera, se encontraban rosas.

era el momento. luego de tanto tiempo, finalmente era el momento perfecto.

las exhalaciones del mayor como respuestas a las caricias de sicheng eran rojas, al igual que el aura del chino cada vez que estaba en la cama con yuta.

las yemas de los dedos de sicheng dejaban estelas azules por el pecho de su amado mientras sus labios depositaban marcas en su cuello de todos los colores.

las uñas de yuta dejaban largos rastros de placer color violeta por la espalda del menor mientras que el rojo volvía a aparecer entre la oscuridad por los jadeos que ambos chicos dejaban escapar por la excitación.

sicheng se separó de su amante y observó la obra maestra que él mismo había hecho en el pecho de yuta. el azul aún fresco por su tranquilidad al tocarlo resaltaba en su palidez y a sicheng le encantaba.

con sus dedos ardiendo, el chino sacó el cinturón del japonés y junto al cinturón, también sacó su pantalón. observó los hilos rojos ya opacos en los muslos de yuta y sonrió. sicheng, entre miles de besos, le prometió hacer de su cuerpo un arcoíris.

yuta sonrió y dejó todo su ser a merced de su amado. dejó que la gentil mano de sicheng recorriera su cuerpo pintándolo a su gusto.

con sus emociones tan bien controladas, el menor tocaba los lugares exactos haciendo que ambos disfrutaran de sus acciones cegadas por el placer y por el amor.

y mientras yuta gozaba del toque tan exquisito del menor, sicheng amaba hacerlo suyo a su manera.

desde aquel día de primavera sicheng amó tapar los tristes colores ya apagados que otras manos habían dejado en el lienzo del japonés.

sicheng amó ver sus creaciones fruto de la pasión y del amor que surgía cuando ambos estaban juntos. amó marcarlo de todos los colores habidos y yuta no sólo amó su cuerpo, también lo amo a él.

ahora, sin embargo, yuta se encuentra triste. sentado frente al espejo, desnudo, observa su cuerpo lleno de colores al igual que un arcoíris, lo que sicheng prometió hacer de él.

pero a diferencia de esas noches de primavera, yuta ahora es un arcoíris deprimente. uno triste, opaco, sin brillo ni vida.

sus ojos igual de muertos que los colores en su piel observan su propio reflejo y dejan escapar lágrimas. 

lágrimas espesas y amargas, igual de negras que la mismísima oscuridad.

las manos de yuta recorren sus piernas dejando estelas negras y tristes, semejantes a las lágrimas que pintan su rostro.

cada vez que yuta lo recuerda, pinta su cuerpo.

él mismo llena su propio lienzo con tristeza y desgarro, sentimientos igual de profundos a los que sicheng solía entregarle en aquellas noches de primavera.






arcoíris muerto ; yuwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora