Las manos de varios sujetos recorrían su cuerpo desnudo, se retorcía de placer a causa de la droga que, minutos antes, introdujeron en él. Le hacía sentir caliente, jadeante y sensible a cualquier toque. Por muy desagradable que éste fuera. ¿Cómo había llegado a esa habitación? ¿Cuántos hombres jugaban con su dolor? Nada conocía. Nada tenía sentido. Su mente gritaba que se detuvieran, cesar aquella agonía denigrante; pero su piel parecía contradecirle, ansiaba las asquerosas caricias en todo su ser. Apretaba fuerte los dientes contra la pequeña bola húmeda en su boca y la saliva escurría por las comisuras abiertas de sus labios. Lágrimas de frustración e ira derramaban sus ojos, capturadas por la tela negra que los cubría. Su orgullo estaba siendo cruelmente pisoteado. Sin embargo no soltaba ningún gemido, conservaría un poco de dignidad. Su honor. Su identidad.
—El señor Uchiha fue muy generoso —escuchó una voz rasposa cubierta en lujuria—. Un regalo desde Hong Kong digno para cerrar el contrato de nuestras compañías.
Un regalo.
A eso se había reducido su existencia. Un simple objeto de intercambio.
Segundos después, de manera improvista, arqueó la espalda por el líquido viscoso y frío que habían derramado en su torso, y la incómoda intromisión de un falo grueso en su entrada irritada tocó el límite. Intentó gritar, maldecir y patalear, siéndole imposible. Y las lágrimas antes reprimidas se convirtieron en tantas que el delgado trozo de tela fue incapaz de contenerlas. La tortura del ultraje desmoronaba poco a poco su consciencia.
La venda cedió debido al forcejeo y dejó descubierto el aspecto vacío y sin brillo de su mirada. Aquellos ojos azules que alguna vez, pese a las dificultades, resplandecían con optimismo ahora estaban destruidos. Un nuevo color de traición sustituía su fortaleza, con una clara pregunta escrita en ellos, dirigida a esa persona:
¿Por qué, Menma?
El sudor frío corrió por su sien y despertó de golpe, con la imagen torturada de Naruto aún fresca en su mente.
—¡Demonios! —Bufó levantándose del futón—. Otra vez la maldita pesadilla.
Menma revolvió su cabello negro y caminó inquieto de un lado a otro en la pequeña habitación. Necesitaba calmarse y borrar las escenas de su mal sueño. Había pasado casi una semana sin dormir a causa de sus remordimientos. Sabía perfectamente que él tenía la culpa, sin embargo jamás imaginó que realmente fuera a suceder. Fue ingenuo. Conociendo los negocios turbios de Sasuke Uchiha, la conclusión de vender a Naruto para el placer de unos viejos millonarios parecía muy factible. Su hermano estaba ahora en Japón muy lejos de su alcance, sufriendo un destino que no le pertenecía.
¿Ya no era su problema?
Se recostó otra vez, concentrándose en el techo sucio. Aún recordaba la noche que encontró su hogar vacío. Durante la tarde, como en otras ocasiones, había pasado vagando en las calles del centro, lejos de casa para no soportar la curiosidad de Naruto. Ese día había aprovechado el tiempo y consiguió la documentación falsa para comprar los boletos de avión directo a Canadá. En un arrebato de estima compró dos boletos, uno para él y otro para su hermano. Si las cosas resultaban bien ambos abordarían ese avión con el dinero de Uchiha y se reirían juntos cuando le contara la verdad a Naruto en su nuevo país. Ahí comenzarían de cero.
Si las cosas resultaban bien...
Qué idiota.
Entrando al apartamento y viendo las luces apagadas tuvo un mal presentimiento. Naruto siempre llegaba primero, preparaba la cena o compraba fideos del viejo Teuchi. Pero no había nadie esperándolo. Buscó en el baño, en la pequeña cocina, salió hasta la primera planta de locales, sin resultados. Iba a regresar al cuarto cuando vio a Ayame acurrucada en el primer peldaño de la escalera, parecía nerviosa frotándose las manos y viendo a todos lados. ¿Qué pasaba con ella? La saludó y Ayame casi pega un grito del susto.
ESTÁS LEYENDO
Twins
FanfictionMenma jamás imaginó que ser idéntico a Naruto le traería tantos beneficios. Sobre todo con el problema de Sasuke Uchiha. ¿Sería capaz de traicionar a su hermano? El destino era bastante caprichoso. [AU] [SasuNaru]