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Llegó a casa y su hermana no había llegado. Dejó las cosas en la habitación, se cambió de ropa y fue a la sala de estar con su madrastra.

- Oh, Mei-chan. Yuzu dice que dormirá en la casa de una amiga. Anda que avisa con tiempo.

- ...

Aquella noche se quedó en la cama mirando a la nada mientras pensaba cómo debería lidiar con aquello, se rindió al sueño antes de encontrar la solución.

A la mañana siguiente, cuando se iba su madre la pidió que llevara a Yuzu el almuerzo. Eso hizo, aprovechando que llegaba antes, le dejó las cosas encima del escritorio. Y simplemente la ignoró. El día pasó sin nada fuera de lo común. Llegó a casa y otra vez su hermana no dormiría allí. ¿Por qué no volvía a casa? ¿Era por el beso del día anterior? ¿Le daba reparo "enfrentarse" a ella? Se dió por vencida. Era inútil tratar de emular los pensamientos de aquella chica. Simplemente la ignorara.

Al día siguiente, cuando se iba su madre la pidió que llevara a Yuzu el almuerzo. Y esto no tendría nada de raro si la mochila de Yuzu no estuviera allí también. Habría jurado que ayer se la llevo la propia Yuzu, ¿qué hacía ahí? Extrañada preguntó a su madre por la mochila, a lo que ella respondió que la había traído ella misma ayer. Se disculpó por la torpeza. Fue al instituto y volvió a dejar las cosas encima del escritorio. Las materias que estaban dando los profesores eran exactamente las mismas del día anterior. ¿Era un déjà vu? Actuó como ya había hecho pensando que un producto de su imaginación sin más.

Se despertó, preparó, desayuno y su madre la volvió a pedir que llevara el almuerzo y la mochila seguía allí. ¿Estaba durmiendo aún? Decidió actuar como hasta ahora lo había hecho y fijarse en cada detalle para comprobar que era todo exactamente igual. Y así poder buscar en aquello diferente una posible salida del bucle.

Pasaron varios días más y su madrastra volvía a decir la misma frase en el mismo tono. La mochila seguía en el mismo sitio. Los coches, la gente, los pájaros. Todo estaba igual, todos actuaban igual... Todos excepto Yuzu. Un día, al final de clase, se dirigió hacia ella. Al verla, la mayor recogió sus cosas lo más deprisa que pudo y se dirigió a la puerta.

- Aihara-san, ¿tienes un mo...?

La chica echó a correr. ¿Eh?¿Estaba huyendo de ella? En una situación normal ella no haría esto, pero ahora no sabía si tendría otra oportunidad. Corrió tras ella.

- ¡Aihara-san, espera!

No hacía caso y realmente era rápida. No la extrañaba que Momokino no alcanzará nunca. Pensó una estrategia para hacerla parar, pues su hermanastra estaba en demasiada buena forma y no estaba segura de poder seguirla el ritmo. Dejaron atrás la academia y no había nadie alrededor, cayó al suelo.

- Ahhh ¡Mi tobillo!

Gritó mientras se agarraba por el tobillo. Yuzu se detuvo y se giró para verla. Parecía dudar, pero finalmente se aproximó a una distancia prudente de Mei.

- ¿Mei, estas bien? ¿Te duele mucho?

- Eso creo, ¿podrías ayudarme a levantarme?

- Claro. - La rubia se acercó y le tendió la mano. Ella la agarró y se puso en pie. Apoyándose en el hombro de la hermana, haciendo que se sonrojara.

- Gracias.

- ¿Puedes andar?

- Creo que sí.

- Bueno pues.. eeeh..

- ¿Me llevas a la enfermería?

- Bueno.

Caminaron hacia la enfermería del instituto, Mei iba apoyada en su hermana. No hablaron en todo el trayecto. Al llegar la morena se sentó en una silla que se encontraba de la puerta. Mientras la otra chica buscó a la enfermera o a algún paciente que pudiera saber si tardaría mucho o dónde estaba.

¿El sueño que le salvó la vida? [Citrus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora