- Veme, Tal Cual Soy -

2.8K 358 74
                                    

Música recomendada:

https://www.youtube.com/watch?v=Odt6q4_lONA&t=9384s

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Al terminar de caer por el túnel ese, con lo que se encontraron los cuatro adolescentes y el maestro; fue con una asquerosa y repulsiva cama de desperdicios de animales, huesos en descomposición y sucia agua de alcantarilla.

       - Creo que deberé bañarme con agua hirviendo por toda una semana para quitarme el hedor de esto. - dijo Blaise asqueado ante el olor que se respiraba ahí abajo.

       - El olor con un baño basta. - contestó Theo. - Pero la sensación, agh, tendré que pedir una poción para eso.

       - No lo olviden. - interrumpió Dizban. - A la primer señal de movimiento deben cerrar los ojos. - informó Dizban comenzando a avanzar aparentando no saber el camino, no quería ser demasiado obvio, pero a su agudo olfato; no le fue difícil encontrar el rastro del aroma de Daphne.

Debían darse prisa.

Pues Diz temía no encontrarla a tiempo, en especial porque el aroma de su sangre, cereza y regaliz, era un tanto fuerte; por lo que el ojiverde imaginaba, su amiga estaba herida y estaba sangrando. Además de que parecía estar mezclado con un agudo aroma a tinta fresca.

Mientras caminaban, el único que notó el suave resplandor rojo en los ojos de Dizban fue Neville. Quien debió reprimir el fuerte impulso de reclamarle al austriaco el usar sus habilidades frente al resto, sabía que en aquella situación, Dizban no tendría reparo en mandarlo al demonio ante cualquier reclamo; y lo que el tejón menos quería, era salir de pleito con el pelinegro y menos ahora que por primera vez, se sentía amenazado ante la posibilidad de que el secreto que solo él compartía con Dizban, fuese revelado.

Y eso no le gustaba.

       - ¡Camine Lockhart! - ordenó contundente Blaise, apuntando con su varita al maestro; siendo él quien cubría la retaguardia de sus compañeros.

Los cuatro chicos siguieron a Dizban, quien de repente daba un par de vueltas solo para despistar; hasta un largo pasillo en el cual se encontraron con una muda de piel de serpiente abandonada. Al verla, a todos los presentes se les sumió el estómago, pues aquella piel de serpiente medía fácilmente unos 12 metros de largo.

       - ¿Eso es...p..piel de serpiente? - preguntó impresionado Theodore, sintiendo la urgencia de salir del lugar, pero al mismo tiempo, una genuina curiosidad le nació por el dueño de aquella maravilla. - Pareciera que mide 10 metros de largo, quizá más. - analizaba el ojiazul acariciando con extremo cuidado la piel abandonada.

El chico no terminó de decir aquello, cuando el profesor Lockhart cayó al suelo desmayado.

       - ¿Y los slytherins somos los cobardes? - preguntó Blaise sarcásticamente, acercándose a revisar al hombre, tocándolo con la varita como a un bulto cualquiera. Nadie esperó que Lockheart "despertara" de sorpresa y le quitara la varita al joven italiano, con una mirada de triunfal adornándole el rostro.

       - ¡La aventura terminó muchachos! - aseguró el maestro mientras mantenía amenazado a Blaise con su propia varita, ante la obvia ventaja de número, el maestro también apuntaba a todos los chicos en plan de advertencia. - Pero alégrense, que el mundo conocerá nuestra historia. - ninguno de los chicos hacía el menor movimiento por temor a que el trastornado hombre hiciera alguna tontería. - Cómo no logré salvar a las chicas, como trágicamente ustedes se volvieron locos al ver los cuerpos desmembrados. - Diz se acercó un paso amenazante hacia su maestro, quien sin miedo alguno, le apuntó al rostro al austriaco. - Creo que será usted el primero, señor Kauffman. - la mirada desquiciada del profesor alarmó a Draco. - Despídase de su memoria. - todos contuvieron la respiración. - ¡Obliviate*!. . .

Un Ángel de Ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora