La tarde caía cálida, suave y tranquila, teñida por los últimos rayos dorados del sol que se retiraba para dejar espacio a la luna. Ella se asomó al balcón, sintiendo el ligero viento acariciar su piel y despeinar su cabello. Cerró los ojos por un instante, absorbiendo la serenidad que el atardecer le brindaba.
Mientras tanto, él permanecía en el interior de su estudio, observando el oscuro horizonte a través de la ventana. La pálida luna comenzaba a asomarse, como un faro en medio del océano de la noche. Sus ojos se perdieron en la distancia, y en su mente revivía recuerdos que nunca se habían desvanecido por completo.
Emma, después de cerrar la puerta tras de sí, se ajustó su bata y calzó sus zapatos con un suspiro lleno de determinación. Sentía en lo más profundo de su ser que era hora de partir, de buscar respuestas y de empezar de nuevo. Cada paso que daba la alejaba un poco más de su pasado, aunque sabía que siempre llevaría consigo los recuerdos que habían forjado su camino.
Él, por su parte, se dejó caer en la cama. El colchón cedió bajo su peso y lo envolvió en la oscuridad que lo acompañaba. Cerró los ojos, inconsciente de que en ese mismo instante, en algún lugar distante, ella se preparaba para el encuentro que cambiaría sus vidas de nuevo.
Miró la alta torre de marfil que se alzaba majestuosa en el horizonte. Había sido testigo de muchas de sus reflexiones a lo largo de los años, un recordatorio constante de la distancia que los separaba. Cuántas veces se había detenido a mirarla, deseando que desapareciera y que sus vidas pudieran volver a cruzarse sin barreras infranqueables. Pero sabía que esa torre representaba mucho más que una simple estructura de mármol; era un símbolo de la soledad que ambos habían sentido durante tanto tiempo.
Alaric se miró las manos, notando que estaban ligeramente húmedas debido a la ansiedad que lo abrumaba. Una gota de sudor recorrió su frente y cayó, trazando una línea húmeda por su mejilla. Esa lágrima solitaria era la manifestación de su lucha interna, un conflicto entre el deseo de dejar atrás el pasado y el miedo a perder lo único que había mantenido su corazón en pie.
Mientras tanto, ella se dirigía hacia el lugar de su cita, el corazón latiéndole con una mezcla de emoción y aprehensión. La brisa acariciaba su rostro, y la cálida luz del atardecer bañaba su camino. Cada paso que daba la acercaba un poco más a su destino, y a lo que podría ser un nuevo comienzo.
Él, desde su estudio, continuaba observando desde la torre de marfil el horizonte oscureciéndose. La luna estaba a punto de revelarse por completo, y una sensación de urgencia lo invadió. Sus recuerdos, como sombras del pasado, se agolparon en su mente, recordándole el tiempo que habían perdido. Era hora de enfrentar lo que habían evitado durante tanto tiempo.
El presentimiento lo impulsó a actuar. Miró de nuevo tras el cristal y allí la vio, una figura etérea, como un fantasma del pasado. Ella se pasó una mano por el cabello, y su andar era seguro, decidido. La ansiedad se apoderó de él, y retrocedió rápidamente, deseando estar a su lado cuanto antes. El timbre del reloj marcó la hora, pero su sonido apenas resonó en la habitación, perdido entre sus pensamientos.
Cuando finalmente sus brazos se encontraron y sus labios se buscaron, el mundo a su alrededor se desvaneció. Sus cuerpos recordaban el contacto, sus almas se unieron en un abrazo apasionado. La luna, testigo silencioso de su reencuentro, se alzaba en el cielo, iluminando su camino hacia un nuevo comienzo.
La luz de la luna llenó la habitación, iluminando su piel desnuda y bañándola en un resplandor plateado. Él la acarició suavemente, como si cada roce fuera un tributo a su amor compartido. Ella no se movió, solo cerró los ojos, sumiéndose en la sensación de sus caricias, como si quisiera grabar cada instante en su memoria.
"Alaric", murmuró, abriendo un ojo y encontrándose con su mirada penetrante.
"Emma", respondió él suavemente, tumbándose a su lado.
La calma y la confianza llenaron la habitación. Ambos habían superado sus miedos, aprendido de sus errores y estaban listos para comenzar de nuevo.
"Ya no tengo miedo", dijo ella, respondiendo a una pregunta que había rondado sus pensamientos durante años. "Solo déjame volar."
"Tranquila", susurró él, abrazándola con ternura. "No cometeré el mismo error."
Ella sonrió, él la besó, y ella lo miró. Al final, volvieron a escuchar el latido de sus corazones, marcando el ritmo de su historia compartida.
La luna, testigo de su reencuentro, continuó su viaje a través del cielo, iluminando su camino hacia un futuro juntos. Cada sombra del pasado se había disipado, y el resplandor de la esperanza los envolvía en su abrazo cálido.
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Fuego Cruzado [COMPLETO][REEDITADO]
Short StoryOBRA TERMINADA/ OBRA REEDITADA Ella se llama Emma, una mujer con un destartalado Ford. Él responde al nombre de Alaric y conduce un deslumbrante Audi. Mientras ella habita en un pequeño piso, él reside en una enorme torre de marfil. Emma comparte su...