Dodici

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"No más"

Sábado 1 de diciembre de 2018

Fiorella

—Cuéntamelo todo.

Cai se acomoda en su cama mostrando verdadero interés.

Ni siquiera son las nueve de la mañana, y Cailin ya me ha despertado para que le cuente sobre mi cita de anoche con Beck. Cuando llegué a casa, no encontré a mi amiga despierta, como había prometido. La única señal de vida que presencié fue la luz encendida en el despacho de Massimo. Después de tomar un vaso de agua, estuve deambulando por los pasillos solitarios, dejando ir los estragos de adrenalina que quedaban en mi cuerpo. Ni siquiera fui consciente de haber llegado frente a la puerta del despacho. Fue como si caminara hacia ahí de manera involuntaria. Diez minutos pasaban de la media noche, muy tarde para que él siguiera trabajando, pero la hora suficiente para dejar los pensamientos volar.

Separados por una puerta. No me atreví a romper esa barrera.

Miro a Cai, arreglada lo suficiente para las primeras horas del día. Pijama de satén color champagne, el cabello castaño bien peinado y recogido en una trenza, dándole figura a su rostro afilado, acentuado por sus cejas peinadas y rostro lavado.

Yo solo me acabo de levantar, con el cabello revuelto y los ojos apenas abiertos.

—No hay nada que contar —comento restándole importancia —. Solo paseamos por el lugar y nos subimos a los juegos.

—No me vas a hacer esto, Fiorella Brown. —Me acusa con el dedo —. Te vi salir de aquí con una sonrisa en los labios, una que, estoy segura que no pones hace mucho.

Inmediatamente, los recuerdos de la noche anterior se aglomeran en mi mente. Y cuando lo hago..., algo en mí se remueve.

Beck es lindo, y muy atento, de eso no hay duda. Él me hace sentir... diferente. Por primera vez en mucho tiempo me he reído, y disfrutado de la compañía de alguien más —que no sean mis amigas —. En ningún momento me preocupé por el peso en mi espalda ni los ecos violentos gritando dentro de mi cabeza. Todo quedó bloqueado mientras estuve con él.

Por un momento tuve miedo. Beck sabe cómo endulzarte el oído. Es por eso que la mayoría de las chicas están detrás de él. Pero lo que en realidad buscan es al jugador estrella. El chico de sonrisa traviesa y ojos seductores es exactamente de lo que yo estaba huyendo. No quiero encontrarme con el jugador popular idiota, porque para decepcionarme, ya hay una fila de personas en mi vida. Pero después de acercarse a mí y tratarme de la manera en que lo ha hecho...Puede que el riesgo valga la pena.

—Sigo esperando. —Cai se cruza de brazos, mirándome expectante.

Ruedo los ojos, mientras me quedo sentada a su lado en la cama. Poco a poco voy contándole sobre la cita sin omitir detalle alguno, —solo un poco avergonzada de hablarle sobre el momento en el que Beck vomita después de las tazas —, ganándome un ataque de risa de su parte y que aplauda como una foca. Para cuando termino, ella está roja de la risa.

—Tu cita sí que tuvo de todo —dice mientras trata de contener la risa. Yo le doy una mirada seria —. No me mires así. Nunca me hubiera imaginado que Beck no hubiera sido capaz de derribar unos pinitos y haya vomitado por un juego.

—Más te vale no decir nada frente a él.

—No me hubieras contado entonces.

— ¡Cailin! —le doy un empujón en el hombro. Ella vuelve a atacarse de la risa.

—Tranquila. No diré nada. —Sus labios se curvan en una sonrisa traviesa, peina su trenza que se ha deshecho un poco, y se dirige a mí —. Y... ¿Qué planes hay para la segunda cita?

Massimo (Familia Peligrosa I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora