Regresé a casa dispuesto a sacarle la información a Dánae que tanto se empeñaba en guardar, pero cuando metí el coche en el garaje y quité la llave del contacto para apagar el motor, me di cuenta de que algo iba mal. Por un instinto que nada tenía de natural, cerré los ojos y relajé la mente, como si fuera algo que hiciera constantemente. Me concentré en aquella oscura aura que percibía y la localicé en la primera planta de casa, concretamente en el salón. No pertenecía a ningún ser humano. Me tensé y apreté las manos contra el volante, habían vuelto a por mí. Me obligué a respirar profundamente porque descubrí junto a ésta, una energía terrenal que desprendía miedo y ansiedad, e intenté identificar de quién se trataba. Salí corriendo del coche con el nombre de Vítor en mi cabeza, sabía que Alan se había marchado y no sentía a Dánae por ninguna parte. Abrí la entrada del garaje que se comunicaba con la casa y corrí lo más rápido que pude con el corazón en un puño. Cuando sobrepasé el umbral de la puerta del salón, una fuerza sobrenatural me golpeó y me lanzó por los aires. Mi espalda se estrelló contra la estructura de las escaleras en el vestíbulo, oí cómo crujió la madera, y sentí un latigazo en la columna vertebral antes de aterrizar en el suelo de costado. En ese momento vi a Vítor inconsciente a unos metros con una brecha en la ceja y maldije en un voz baja mientras apoyaba las manos en el suelo para levantarme.
Alguien me embistió de nuevo contra la escalera antes de que consiguiera ponerme en pie, golpeándome la cabeza, sentí el dolor vibrar en ésta y gemí dolorido. Me presionó entonces la laringe con el antebrazo y puso la punta de la daga en mi abdomen, agarré el arma con ambas manos para que no consiguiera clavármela cuando se lo propusiera.
-Mi hermano Christopher no pudo matarte porque aún era demasiado joven-murmuró entre dientes dando a entender que él sí lo haría.
-Y demasiado estúpido-gruñí mirándole fijamente.
Apenas vi su puño contra mi mejilla. Apreté la mandíbula y volví a mirarle pues el golpe me había hecho girar el rostro hacia un lado. Intenté separarme de la pared que revestía la escalera, empezando por la cabeza, pero me empujó colocando de nuevo el brazo en mi garganta con rabia, sin apartar los ojos plateados de mí.
Mis manos impedían que me clavara la daga en el abdomen pero estaba seguro que si seguía presionándome la laringe así, me asfixiaría, así que decidí llevar una hasta esa zona.
-Disfrutaré viendo cómo te torturan mis hermanos-Sonrió con maldad.
-No tendrás esa suerte-me burlé sin ninguna ganas de sonreír.
En un movimiento que sería imposible de ver para un humano, me rajó con la daga la manga del polo con la intención de ver la profunda herida que me había hecho su hermano la noche anterior. En lugar de eso, se encontró con un leve corte de color rosado.
-¿Sorprendido?-vacilé.
Él frunció el ceño y no dudó en imitarle, hundiendo la hoja en la piel y abriéndome otra herida. Cerré los ojos con fuerza y me retorcí de dolor, sintiendo el veneno reptando nuevamente por mis venas.
-¿Sorprendido?-me imitó con una sonrisa ladeada enseñándome el arma manchada de sangre-. Me quedaré aquí hasta que Mudriel te abrase las venas-Me soltó y se separó unos cuantos metros.
Deslicé mi espalda hacia abajo, dolorido, y me senté en el suelo intentando no gritar.
-Aunque lo más probable es que te desmayes antes- Sonrió mientras cogía una silla de alrededor de la mesa del comedor y se sentaba al contrario sobre ella, en el umbral de la puerta. Y si no, vas a suplicarme que te mate. Eso sí que será divertido.
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Prohibidos: Esclavos del tiempo.
Fantasi:: AVISO A NAVEGANTES: Esta novela está registrada en SafeCreative por lo tanto absténganse de copiarla o adaptarla de algún modo. :: Sinopsis Nathan y Doia, amigos desde la infancia, empiezan a sentirse intensamente atraídos mutuamente a raíz de un...