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PROLOGO

No puedo no mirar hacia su dirección, cada vez que se atraviesa siento la necesidad de mirar y saber que es lo que ve, que es lo que le llama la atención y que es lo que provoca su sonrisa a medias. Me gusta su forma de caminar y los ademanes que hace con sus manos, me gustan sus gestos faciales y la forma tan dispareja en la que se peina cuando se esmera. Me gusta su torpeza cuando sale de casa tarde para la escuela y piensa que no va a llegar, que pasa casi siempre.

La primera vez que la vi , fue tal vez, el peor día de su vida.

El director me había mandado a llamar debido a que quería discutir algunos términos, condiciones y requisitos que tendría que cumplir para mi beca de la universidad ya que era nuevo y tendría que esforzarme el doble o quizá el triple. Su secretaria, demasiado tímida pero excelente persona entro demasiado atareada a la oficina tartamudeando y diciendo incoherencias sobre nuestro creador, juntando sus manos y separándolas, llevándolas a su cabello lacio, su preocupación hizo que el director se pusiera de pie y le ordenara que acomodara todo lo que tenía que decir y que guardara la compostura para poder explicar todo.

En cuanto las frases de la simpática secretaria salieron de su boca, inmediatamente supimos de su preocupación, el hombre se puso pálido y comenzó a sudar frío, su respiración se dificultaba y ordeno que saliéramos, nos quedamos estupefactos, porque no sabíamos si hacerle caso y dejarlo solo en ese estado era conveniente o por la forma en la que recibió la noticia fuera propio de un director, se encerró en el baño de la oficina y la mujer a mi lado y yo nos quedamos esperando.

- ¿Qué fue todo eso? - pregunto, la escena fue tan rápida que no pude procesar todo lo que pasa.

-La señora Zimmer, era una excelente persona, no puedo creer lo que ha pasado. - y con eso comenzaron a salir lagrimas de sus ojos.

Un asalto.

Un disparo.

La bala perfecta y bellamente incrustada en el corazón de la señora Zimmer.

Minutos cortos pero largos a la vez pasaron y con ello un director pulcro saliendo del baño, sin rastro de llanto y desesperación que apenas hace unos minutos pudimos jurar ver en su semblante.

-Supongo que viniste a avisarme de la pésima noticia Catherine. - la mujer asiente limpiando sus lágrimas. – de acuerdo, debemos avisar a la hija de Zimmer. – y con ello Catherine, sale de la oficina dando indicaciones de hacer venir a la hija.

Lazar mantiene su vista en el escritorio, pasando la yema de sus dedos sobre la superficie, mi tío siempre había mantenido la careta de ser un hombre que nada lo flaquea pero la noticia le ha pegado, y lo sé por el tono de su voz:

-Era mi mejor amiga. – la nostalgia y tristeza me hace abrir los ojos en grande.

Parece que esta pasando por su mente una seria de recuerdos porque no se inmuta en aparentar su tristeza cuando Catherine entra y anuncia que el esposo de la señora Zimmer viene en camino, y mucho menos deja de tener filtro en su boca cuando anuncia las siguientes palabras en presencia de los dos.

-Supongo que para muchos años después ella siempre tuvo razón. Aún después de la muerte, la seguiré amando.

Los ojos cristalinos que nos dejo ver en ese momento es la viva imagen de la tristeza, es una imagen que aún no sale de mi mente y es la imagen que me perturbaría tener en algún punto de mi vida debido a que sería la señal de que todo esta mal y no habrá botón que me lleve al pasado para redimir mis actos de cobardía, en pocas palabras; todo estaría perdido.

RECUPÉRAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora