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De nuevo se encontraba frente a esa gran puerta sin saber exactamente porque sus pies siempre recorrían el mismo camino. Mil veces se decía que no estaba bien, pero mil y una vez se decía que no importaba. Toca la puerta, pero no espera que le abran, sería estúpido conociendo la clave para poder entrar.

El recibidor es frío, lleno de pinturas extrañas. Camina por el piso de madera, el olor a café recién hecho es su guía. Se detiene justo cuando sus ojos se percatan de la isla de mármol de la cocina y a un hombre alto poniendo una botella sobre ella. Alza la mirada hasta los ojos del contrario que parece poco sorprendido por su presencia.

—Habías dicho que era la última vez. —musita el moreno apenas audible para su compañero.

Él no dice nada, se acerca a paso lento pero seguros, una vez cerca, hace girar al chico para posar sus frías manos en sus mejillas, se alza sobre las puntas de sus pies para besarlo. Un beso tan necesitado, tan prohibido...

—Ji Yong. —susurra Seung, afianza sus manos en la cintura del mencionado. A Ji se le eriza la piel inmediatamente al sentir el calor de su cuerpo.

—Seung.

El hombre quita lo que estaba haciendo en la isla, sin importarle que la botella pueda terminar rota. Alza a Ji, lo sienta y se acomoda entre sus piernas. Ji no puede pensar en otra cosa. Seung Hyun lo besa, lo está besando como un sediento bebiendo agua, sus manos escurridizas se meten por debajo de su ropa, calentándolo, dándole a su piel nuevamente.

—Apaga las luces. —le susurra con el poco aliento que tiene.

Seung Hyun obedece. Igual que siempre. Apaga las pocas luces haciendo que la lámpara del jardín de su vecino alumbre un poco, lo suficiente para contemplar al pequeño que lo esperaba con las piernas abiertas. No pierde tiempo. En cuanto se acerca, quita toda su ropa, no quiere que nada le estorbe para tocarlo. Quiere follarlo. Quiere hacerlo gritar. Quiere que sea suyo.

Presuroso, se agacha lo suficiente para que su rostro quede a la altura del miembro de Ji. No titubea en meterlo en su boca. Ji Yong se retuerce y suelta un gemido. No es suficiente. Alza su mano, extendiendo tres dedos al chico que de inmediato entiende y los empieza a salivar. Seung Hyun siempre ha sabido cómo hacerle sexo oral, sabe perfectamente cómo mover su cabeza, como entrelazar su lengua en toda la extensión, disfrutando del sabor, de su forma. Hace gemir a Ji Yong. Le hace perder la cabeza.

El moreno sonríe cuando la delicada mano de Ji se entrelaza en sus cabellos azabaches, siente su cuerpo caliente. Quiere que le llene la boca. Quiere su esencia dentro. Intensifica sus movimientos para tener lo que quiere. La mano lo aprieta más. Sabe que a Ji le gusta así, lo sabe por la forma en que empieza a gemir y jadear. Y a él le encanta escucharlo.

—Seung. —sabe que le llama para que se aparte, pero no está en sus planes así que se queda y hace un movimiento más, provoca que Ji Yong llegue en su boca. Caliente. Era lo único que vino a su mente al recibirlo. Quiere más de él.

Sin dejar que el menor se recupere de su orgasmo, lo levanta y da media vuelta, lo agacha y mete dos de sus dedos. Ji Yong grita entre dolor y placer. Sus dedos son largos y él conoce el punto exacto que le hace estremecer. Seung no espera para meter un tercero, no tiene la paciencia en ese momento para hacerlo, tan solo quiere estar dentro de él. Utiliza su otra mano para desabrochar su pantalón, bajarlo y sacar su miembro erecto. Hace que Ji se agache un poco más, abriéndolo. Sus dedos no han dejado de penetrarlo. Ji no deja de jadear. Seung Hyun no deja de verlo.

Lo penetra. Lo hace de una sola vez. Ambos gimen. Las manos de Ji se sostienen de la orilla de la isla. Su corazón late rápido, quiere decir algo desde el fondo de su alma, pero lo único que termina jadeando es un "más fuerte", "más rápido". Seung lo complace. Lo penetra una y otra vez. Lo va a llenar de él. Quiere que Ji Yong sienta todo su calor, quiere que lo lleve muy dentro de él. Lo penetra más duro. Sabe que no durara mucho. Jadea. Se agacha y le jadea al otro casi en el oído. Ji se vuelve loco al escuchar su voz, su mano viajando hasta su miembro. Bo puede soportarlo. Su orgasmo llega antes de poder detenerlo un poco. Los movimientos de Seung no se detienen hasta que lo llena.

Be my mistakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora