Capítulo uno: la amenaza

71 3 0
                                    

Caminaba a paso apresurado por los senderos del jardín, necesitaba comprobar si los rumores eran ciertos pues se negaba a creerlo. Pudo verlo a lo lejos, la figura del joven quien estaba mirando el lago al parecer. Avanzó en dirección al encuentro con el contrario, ahora más tranquilo pues ya lo tenía en vista.

Daikaku Kokujoji, un hombre de unos 95 años de edad, bastante alto, de cabello canoso, largo hasta la altura de sus hombros y piel tostada, pero no demasiado oscura. Era él quien lideraba la organización del templo y protegía a aquellos que decidían formar parte del lugar.

-¡Munakata! -

Exclamó el anciano para llamar la atención del muchacho de la yukata azul. Se acercó poco a poco en lo que el joven se daba la vuelta y descubrió allí lo que tanto temía: Rei'si estaba acompañado de un demonio de cabello rojo y ojos amarillos.

-¿Qué hace eso aquí? Sabes que es peligroso tenerlo con nosotros, ¿verdad? -

Inquirió en tono serio mientras miraba al muchacho de ojos color violeta, no era ninguna broma, corrían demasiados riesgos por tener una bestia como esa dentro del templo.

-Lo sé muy bien, Kokujoji-san, pero ya me hice cargo de eso. -

Respondió con tranquilidad, bajó la mirada y movió la manga de su yukata  para permitir una mejor vista de la criatura que se encontraba escondida en el largo pedazo de tela el cual era parte de la vestimenta del joven de cabello azul.

-¿Ve aquella marca en su pecho? –

Preguntó al mismo instante en el cual señalaba al niño, un aura de color celeste debido a la transparencia parecía atravesar al pequeño justo donde se encontraba su corazón, la forma era similar a la del filo de una espada, la cual se desvanecía en dirección a la empuñadura.

-Ese sello será el encargado de mantener al chico tranquilo. Si llegara a descontrolarse, el sello se activará y sentirá que su pecho arde en llamas hasta que se calme. Pero no es tan simple como parece, el dolor será muy fuerte para él, no importa cuánto trate de resistirlo, no podrá hacerlo. -

Se explicó y bajó la mirada para ver al pequeño quien ahora se había aferrado a la tela de su hakama azul.

-No tiene que preocuparse, no se convertirá en una amenaza, lo mantendré controlado. -

Afirmó con total seguridad y apoyó su mano en la cabeza del menor para acariciarla suavemente. El pelirrojo, por su parte, se mantenía quieto, observando al anciano quien hablaba con el joven de cabello azul. El pequeño de ojos amarillos ni siquiera se mostraba agresivo, tan sólo era un niño, a duras penas parecía entender cuál era el problema que estaba aconteciendo.

-Está bien, confiamos en ti, Munakata. -

Suspiró con un ligero aire de resignación, le preocupaba mantenerlo, no obstante, siempre podían optar por matarlo si llegaba a volverse un peligro para todos.

-¿Tiene nombre? -

Preguntó con la intención de buscar otro tema del cual hablar ahora que habían "aceptado" la estadía de la pequeña criatura.

-Su nombre es Mikoto. -

Respondió en un tono algo bajo pues ya se imaginaba lo que el mayor diría luego de oírlo.

Mi pequeño demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora