Parte única

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Tantas anécdotas sobre sus vivencias impresionantes que tenían que contar; docenas de veces al filo de la muerte, burlando a todo y todos...

Solo ellos dos y nadie más.

Hasta que codiciaron más de lo debido...

... Y el día no deseado llegó...

-°•.•°-

—¿En serio haremos esta mierda? ¿Por qué jamás se nos ocurrió hacerlo juntos? —el verdoso, completamente frenético en sus acciones al colocarse su grato uniforme de chaqueta y pantalones vaqueros negros, desea marchar tan pronto a aquel banco.

Tenía que salir bien, ¿Cómo no? El mundano Scourge junto al táctico Manic, ¿Qué ha de salir mal?

Ese par de ojos marrones pronto se ven fijos sobre los de su compañero de orbes agua, obsequiando una sonrisa confiada.

Ambos adoraban la dificultad, era un caramelo irresistible ante sus deseos de querer más y, sobre todo, lo mejor.

—Ya era hora de algo divertido, Scourge, robar en tiendas de autoservicio no es lo mismo desde hace mucho. Necesitábamos más... adrenalina —sonríe con gallardía, ajustando sus guantes para proseguir a sujetar sus alborotados e incomparables mechones.

No tarda mucho en tomar el pasamontañas de su compañero, lanzando éste a las ágiles manos del contrario que no duda en atraparlo en el aire, riendo.

—Te cubriré la espalda, greñudo, no deseo verte caer siendo un novato —bromea soltando una de sus carcajadas estruendosas.

Una vez listos, ambos se lanzan a la camioneta, conduciendo Manic con delicadeza y disimulo hacia el destino indicado.

La hora resulta acoplada, incluso la fecha. De esas en las que no hay inflación ni gastos sociales.

Se aparca, muy cerca de una desviación, oculta de las cámaras de seguridad que cuidan la calle principal. Así agilizarían su huida en cuanto su trabajo se viese terminado.

Bajan, siendo ignorados por la mayoría de los transeúntes que hacen sus típicas tareas. Se encaminan tomando sus respectivas mochilas antes de cerrar las puertas del vehículo. El menor observa a un guardia en la puerta de cristal, vigilando con faceta seria cada persona que entre y salga.

Una sonrisa ladina pronto se pinta en los labios del erizo más bajo, encaminándose hacia el oficial.

No era un plan tan duro de comprender: engañar, entrar, tomar todo y salir antes de que la policía llegara. Claro, en sus mentes era un plan perfectamente planeado pero a los ojos de cualquier solo eran esas cuatro cosas.

—Disculpe, poli... —dijo con voz poco tranquila el de gran copete, llamando la atención del uniformado, haciendo con esto un par de señas a su compañero para que entrara sin la mayor dificultad —. ¿Ha visto a un niño erizo, cómo de esta altura? — señala con su mano no más de cincuenta centímetros del piso a sus dedos —, es azul, con ojos negro. Es mi hermano pero, no puedo encontrarlo —exagera un tono preocupado. Quién no lo conociera realmente creería en las palabras de dicho erizo tan astuto.

—Permitame... —el uniformado acciona su altavoz, comunicándose con otros suyos que rondan el banco.

Siguiendo con la actuación, estrangula sus manos representando angustia. Los guardias de otras bóvedas dejan sus puestos ante el código de extravío y en el instante que el mayor de ojo azul ve los movimientos, se acerca a esa puerta lentamente de acceso autorizado para personal.

Thieves [Scourganic] |One-shot|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora