➹ CAPITULO 3 : Embarazo inesperado.

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¡Si esto es un sueño pelliscame!.

•••

Cuando llego a casa dejo las llaves y la mochila en la sala, para ir siguiendo las voces de mamá y papá en la cocina.

Alexandra Bailey y James Miller, esos son los nombres de mis padres. Dos personas a las que admiro demasiado y siento un gran orgullo al decir que aún siguen juntos, ellos son la razón por la que creo en el amor, y son el claro ejemplo de que aún existe.

Llegó a la cocina y me encuentro a los dos tortolos enamorados cocinando, aunque la verdad ni si quiera se porque aún lo intentan si son un desastre haciéndolo. Están todos llenos de harina y el piso está más sucio que mi mente.

—¡Mi linda Cassy!, Llegaste —se acerca a mí para darme un abrazo de lo más fuerte, yo río mientras lo hace.

Me gustaría reclamar y decir que no me diga Cassy, pero prefiero ahorrarlo ya que mamá parece nunca entenderlo.

—¡Mamá!, ¡Me ensucias! —chillo mientras río.

—¿Tendré que pelear por la atención de mis dos mujeres favoritas? —la voz de papá se hace presente, yo río.

Corro a abrazarlo y le doy un beso en la mejilla.

—Claro que no Papi, tu eres mi hombresito favorito.

Y es verdad, junto a papá e pasado desde los peores hasta los mejores momentos, el es mi héroe y siempre a estado ahi para mí.

—Me alegra mucho saber eso, mi niña.

—Bueno, ahora la que peleará por la atención parece que seré yo, ¿Que tal, cocina en familia?.

Sonrió—. Eso me suena a: Alanna tú cocinas, nosotros hacemos el desastre. Se supone que los padres deben cocinarles a sus hijos.

—Nosotros somos especiales —rie mamá.

—Nunca es tarde para pedir una pizza —grita papá, saliendo de la cocina junto a mamá.

Me quedo cocinando una lasaña, ya que es su comida favorita y cuando terminó la llevo a la mesa, dejándola en el centro. Me quitó los guantes y los dejo a un lado.

—Orden de lasaña para la familia Miller —grito, intentando hacer un acento italiano.

Aunque tal vez no tenga nada que ver.

—Eres un solecito —dicen los dos juntos, y al darse cuenta ríen.

Desde que tengo memoria siempre me dicen así.

—¿Su solecito favorito?.

—Nuestro solecito favorito.

El resto de la comida transcurre en bromas, risas y sonrisas. Hasta que llega el final de la comida, me levanto para recoger los platos, pero la voz de mi madre me interrumpe.

Los dos tienen una sonrisa radiante en su cara, se ven demasiado felices. Yo Frunzo el ceño extrañada, pero con una sonrisa en mi cara.

—¿Podría saber a qué se deben esas sonrisas?, mis tortolos enamorados.

La Chica Del Corazón De Oro © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora