Ares, su infierno en el Abismo

23 2 0
                                    


Ese día, se repetiría diario, inyecciones tras inyecciones, tenía un horario para ver al doctor, quisiera o no me llevaban a verle, a la fuerza si era necesario, todos los dias y cada día lo odiaba más, deseaba matarlo y quería que se detuviera, fue un año terrible, el primero de muchos.

No sabía que era peor, si los golpes de los otros presos que me atacaban cada que podían, o los estudios de ese doctor, cada vez que metía sus dedo por mi recto para revisarme, las inyecciones dolorosas y que sólo me hacían sentir enfermo todo el tiempo, sus constantes medidas, sus intensos tratamientos, a veces sentía como el corazón me quería explotar.

Lo único que evitaba que me hundiera en este Abismo era mi familia, cada que mi Amore me visitaba, no estábamos casados y sin eso no se permitían visitas conyugales, moría por besarle, hacerlo mío o ser suyo, sólo una vez más, mi reino por tocar cada centímetro de su cuerpo, mi reino por permitir que sus manos limpien toda la suciedad de ese doctor, de esta prisión, de cada violación... Hasta hoy el Doctor nunca me había violado, sin tomar en cuenta sus constantes revisión en mi ano, o las veces que me masturbaba para tomar mi semen, a saber para qué, pero cuando salga de aquí, lo destruiré.

Viktor era el que menos me visitaba, era entendible, era la cabeza de la familia, tenía mucho trabajo, en este año sólo dos veces lo vi; le ocultaba los moretones y no quería que supiera de esos tratamientos a los que me sometían, aunque seguramente debió darse cuenta que le ocultaba algo. Rose, mi querida sobrina, casi siempre me negaba a que me viera, no quería que me viera demacrado y golpeado, sólo cuando estaba bien la dejaba verme, pero aceptaba todo lo que me enviaba y castigaba a todo aquel que se atreviera a insultarle. Mikhail por su lado, siempre venía a decirme en clave que había enterrado a uno más de los que me metieron aquí, que me estaba dejando al juez para mi, claro que lo haría sufrir, esto lo pagaría él; Mikhail notaba más cambios que ni yo había notado, se veía preocupado y le pedí que buscará a Sasha, desde hace años no sabíamos nada de él, yo ya no podía buscarle, Mikhail sólo maldecía a Sasha por nunca presentarse y deseaba que estuviera muerto por olvidarse de la familia, esa seria la única excusa que aceptaría por no estar apoyando, estar muerto.

Un día que me sentía tan mal me llevaron a la zona médica, me ataron a la camilla y el doctor empezó a revisarme.

- Tu cuerpo está listo – dijo, pero listo para que? – cambiaré el medicamento, aún no encuentro más órganos compatibles contigo, sólo un poco más y empezaremos.

Después de eso me quedé dormido. Al despertar estaba en mi habitación y listo para librar otra pelea en el patio, listo para defender mi vida e integridad; mis hermanos habían logrado comprar un par de guardias, a veces me protegían y me daban lo que necesitaba, tabaco, droga, dinero, comodidades... pero no lograban hacer nada contra ese medico, o tal vez no lo sabían, a veces era imposible escapar de las violaciones, sólo me quedaba levantarme, limpiarme y tratar de andar, a veces eran tan desgarradoras que terminaba en la enfermería, ese doctor sólo decía, "pronto eso será tu menor problema", con que cara me decía eso.

Después me enteré que es lo que me inyectaba, eran hormonas femeninas, de alguna forma mi cuero empezó a cambiar, mi músculo desaparecía y me volvía más delgado, más fino, no lo entendía al principio, hasta que supe que era esa sustancia, Mikhail no se equivocaba al decirme que estaba cambiando, también me daba vitaminas y más cosas, yo no comía lo mismo que todos los reos, sólo unos pocos éramos alimentados diferente, si ya me odiaban, eso sólo hacia que me odiaran más.

- Estamos cerca del día Ares – dijo el doctor mientras observaba lo que me inyectaba – hoy te haré la cirugía importante – se notaba alegre, se divertía con lo que me hacía.

El Abismo de AresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora