Durante el domingo, visité a Eliza, le llevé una chocolatina, la más grande que encontré; Eliza me recibió usando un vestido azul con estampado de flores, la falda llegaba hasta la rodilla, donde la adornaban las medias blancas que se le veían muy bien a ella, también usaba un saco de lana pero sin abotonar y dándome un fuerte abrazo, seguido de un gran beso, me hizo entrar a su casa.
Nos sentamos en la sala, y mientras destapaba la chocolatina me dijo:
- Bueno Santi, quiero un resumen de lo que fue tu historia con Jessica, por qué es tan importante para ti, y cuáles fueron las penurias por las que pasaste
- En serio quieres que te diga todo eso?
- Sí
- Pero puede ser algo larga la historia
- Por eso digo, resumen, pero detalla lo que haya sido importante para ti
- Bueno...Empecé contándole a ella, sobre cómo nos conocimos, sobre la primera vez que me hizo derramar una lágrima, sobre las veces que tomamos licor en su casa, y sobre cómo la cuide, de no sobrepasarme a pesar del estado de ella, de una caricia especial que tenía con ella en nuestras manos, sobre lo mucho que me gustaba verla, y la "cara de ponqué" que Jessica solía decir que yo hacía; no quise dar detalles muy personales de nosotros, la verdad no lo creí pertinente, pero si le conté de unas noches que dormí con ella, consintiéndola para que le pasara el temor a los rayos durante una noche de fuertes lluvias, la manera que me abrazaba cuando dormíamos, así como unas palabras que nunca olvidaré, luego de llevarle un helado por una celebración, "Ay Santi, tu serías el novio perfecto..."; pero también tuve que contarle de lo que sentía yo al contarme Jessica de sus novios, lo que me dolía verla llorar por tipos despreciables, sabiendo que yo podría hacerla muy feliz, además de la aparición del tipo que dañó todo entre nosotros, le enseñé las capturas de la conversación que tuve con ese tipo, le enfureció ver el trato, pero más le enfureció ver, el hecho de que yo haya defendido a Jessica de todas las acusaciones, para que luego terminara volviendo con el tipo ése, y que yo haya tenido que pagar con sufrimientos, toda la distancia que ella puso entre nosotros, como si el malo hubiera sido yo, llegando ella a una conclusión, que he escuchado más veces de las que quisiera:
- Santi, ella es rara, no sé cómo más decirlo
- Lo sé, y lo he escuchado a menudo de las pocas personas que les he contado acerca de ella, y eso que a nadie le digo los detalles personales, yo por ejemplo a nadie le he mostrado, ni le mostraría, las fotos que me has enviado, son un tesoro tuyo, por el cual me diste gran confianza al dármelas, y por lo mismo, entiendo la importancia de guardar y proteger esas fotos
- Ves, eres especial, no entiendo como una chica como ella, que parece tener sus momentos tiernos contigo, pueda decir que valora a alguien, y luego te trata así, no la entiendo la verdad
- Yo tampoco, pero como te digo, ella se tornó en mi amor platónico porque es especial y única para mí, pero la distancia ha hecho estragos
- Es raro que no quiera verte, o será que ella... Por ti... Nah, No creo... O si...?
- Qué cosa?
- Nada, no me pongas atención
- Bueno, pero como te digo, ha hecho estragos su distancia
- Ya no la quieres de la misma manera?
- La quiero, los estragos que causó no tienen nada que ver con mis sentimientos, la sigo queriendo como la última vez que la vi a los ojos
- Entonces, estragos en qué?
- En algo más complicado, confianza...
- Santi creo que por hoy ya está bien, si quieres, más bien subamos y vemos una película, de paso me muestras cuáles eran las dichosas caricias que tenías con ellaMe tomó de la mano, subimos a su cuarto, se veía hermosa con ése vestido, nada pervertido, sino bonita en el buen sentido de la palabra, pusimos una película de terror, ya que Eliza se había acostumbrado a mis gustos, nos recostamos y tomándome de las manos, me dijo
- A ver, cómo son?
- Qué cosa?
- Las caricias, bobis...
- Ah, pero son una bobada, Liz, en serio
- No pueden ser bobadas si extrañas tanto a esa chica por esas caricias
- No sé, siento que para ella, fueron bobadas todas las cosas que yo hice y siento por ella, que por eso no valgo nada
- No digas eso, para mí vales mucho, cómo eran las caricias?Me dio un pequeño beso en la boca, e insistió tomando mis manos, poniendo una de mis manos sobre una de las de ella, me costó poder empezar, ya que me sentía incómodo, no era la misma chica y me sentía mal conmigo mismo, pero lentamente y luego de mucha insistencia, terminé cediendo.
Usé mi dedo índice, con la yema, empecé a rozar despacio cada uno de sus dedos, pulgar, índice, corazón, anular, meñique, y me devolví en orden inverso, pude ver como se dibujaba una sonrisa en la boca de Liz, le estaba gustando la sensación de mis caricias, cambié de dedo, para ahora rozarla con la yema de mi dedo corazón, repitiendo los mismos movimientos, Liz empezó a darme pequeños y ocasionales besos, unas veces en la mejilla, y otras veces en la boca.
- Sabes que sí son especiales esas caricias, no son nada de bobadas, al contrario son tiernas, muy tonta Jessica por no saber apreciar los pequeños detalles que tenías con ella, no todo son obsequios materiales, el dinero no puede ser tan importante, es más si alguna vez la vez de nuevo dile esto "No todo lo que brilla, es oro".
Eliza tenía razón, hay muchas cosas que no se pueden comprar porque son muy intangibles, especiales, y más cuando nacen del corazón, pero creo que Jessica pensaba distinto; sin embargo, aunque para Liz parecía todo muy grato y placentero, yo empezaba a sentirme raro de nuevo, porque era una caricia especial, que le daba a una chica especial para mí, por lo que me sentía falso, acariciando así a otra chica, ya que pienso que esas caricias eran parte del lenguaje que tenía con Jessica; muchas veces sin decir palabras, solo escuchando el tono de voz, o los gestos, ya sabíamos si al otro le pasaba algo, era un detalle muy nuestro, y sin darme cuenta, una pequeña lágrima, escurrió por mi mejilla.
Liz lo notó, me limpió la gota, y llevando mi cabeza sobre su pecho me abrazó, no sé qué hubo de mágico en tal gesto de Eliza, pero me calmó de inmediato, sentí una paz como ninguna, además al escuchar el latir de su corazón, me hizo sentir más cerca de ella, me regocijé en aquella sensación y por ése momento, olvidé mis penas, mis dolores, no importaba nada, sólo disfrutar de aquella paz.
- Ya estás mejor Santi? - Dijo Liz con su dulce voz, como si fuese una suave melodía en mis oídos
- Sí Liz, bastante mejor
- Me alegra, puedes acomodarte bien nuevamente?
- Sí, es sólo que fue tan reconfortante para mí...
- Y eso por qué? Tanto te gustan mis senos?
- Pues de gustarme, sí me gustan, pero no lo digo por eso, si no porque, misteriosamente me sentí muy relajado y calmado
- Para que veas mis dotes jajaja
- Por cierto, me parece super bonito ése vestido, te ves toda tierna, pero especial al tiempo
- Gracias Santi, casi no uso éstos vestidos, pero tu sabes, en las navidades no faltan los familiares que regalan ropa, pero no saben qué clase de ropa usas a diario porque no te ven tanto en el año
- Lo sé, me pasa igual, me regalan camisetas tipo polo, y nunca me han visto usar una, y es porque no me gustan para nada
- Exactamente, aunque éste vestido no está feo, es sólo que no soy de usar vestidos
- Pero insisto, te ves bonita, hablando de una buena manera
- Gracias señor, es usted muy caballero
- No hay de qué, es mi deber ante una dama
- Jejeje Santi, tu y tus cuentos, déjame te muestro cómo me dejó el sol en nuestro paseoSe sentó en la cama, se quitó el saco, pero no vi nada, haciendo gestos de molestia, se bajó la cremallera del vestido, al ver como su espalda era descubierta ante mis ojos, cubierta con apenas el broche de su brasier morado, sentí un escalofrío, fue algo que no podía describir, me gustaba ver la piel desnuda de Eliza, pero también noté sus marcas del sol, que ya por suerte empezaban a sanar, luego se quitó las medias para que viera sus piernas, girando hacia mí para poder verlas, pero al ser trigueña, no se veían las marcas de sol; subiendo mi mirada un poco, no pude evitar detallar que llevaba ropa interior color azul, Liz se dio cuenta y con mirada pícara me llamó la atención
- Hey Santi! Mírame las piernas te había dicho - Mientras a la vez se acomodaba la falda de manera que no viera nada
Pero ya que la cremallera del vestido estaba abajo, el escote también bajó un poco, permitiéndome ver un poco mejor su brasier, y de otra vez Liz me descubrió
- Hey Santi, a los ojos, aquí arriba, estas cómo mironsito hoy...
- No disculpa es la tentación, digo...
- Jajaja, con que la tentación, y es que te parezco tan atractiva que se te van los ojos con tanta facilidad?
- No creo que haga falta que responda, o si?
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La Rosa del Jardín de Eliza
Ficção AdolescenteContiene contenido sexual No recomendado para menores de 17 No me hago cargo de traumas o cualquier cosa negativa que le pase al lector A veces el destino nos hace jugadas inexplicables, nos aleja de quien queremos y nos acerca a personas inesperada...