Recuerdos

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Natalia y yo estuvimos saliendo seis meses. Aún recuerdo el día que nos conocimos, hace un año, cuando me encontraba comprando ropa en el Pull & Bear y de repente me tiró encima un montón de ropa. Siempre que cuento la historia María se empieza a partir de risa e imita a Natalia con su ropa, una vez incluso lo intentó con una bandeja llena de comida lo cual no salió especialmente bien que se diga.

Yo estaba mirando unas botas negras de cordones amarillos en una estantería cuando de repente una montaña de ropa me arrolló y caí al suelo. No sabía cuántas cosas tenia encima pero el caso era que sólo veía un montón de telas diferentes tapar mi campo de visión. De repente se abrió un boquete entre ellas y la cara de Natalia apareció roja como un tomate hiperventilando.

—Hostia lo siento mucho, no te había visto —decía una y otra vez mientras me quitaba los kilos de ropa que tenía encima y me ayudaba a levantarme. Su acento no era de aquí ni de coña.

—Tranquila no ha sido nad... Caramba qué alta eres —exclamé al ponerme de pie frente a ella. No le llegaba ni al hombro.

—Ya me lo habían comentado antes ya.

—ALBA, ¿DÓNDE COÑO ESTÁS? —Oí gritar detrás de unos abrigos. La cara de María apareció mosqueada. Se me había olvidado completamente que había ido con ella a comprar—. Tía te había perdido menos mal que estás aquí y... ¿y quién es esta amiga tuya? —Preguntó con tono pícaro al ver a Natalia.

Natalia empezó a mearse de la risa al ver mi cara de vergüenza y oír lo que María acababa de decir. María se sumó a su risa mientras yo me tapaba la cara porque nos estaba mirando toda la tienda. Si es que era imposible ir con María a algún lado sin provocar un alboroto.

De repente, el móvil de Natalia empezó a sonar un montón y lo descolgó. Era una videollamada. Natalia ni se molestó en irse a un lugar apartado, lo cual hizo que mi curiosidad aumentase y quisiese saber quién le había llamado.

—Oye qué mona es tu amiga Alba, luego me la presentas —me susurró María de improviso.

—¡Pero María! Si trabaja en la tienda, ¿no ves cómo va vestida?

—Desde aquí lo único que veo es su culo pero sí, lo que tú digas —a lo que yo me di con la mano en la cara de frustración.

La llamada de Natalia se puso conectada. En la pantalla apareció el nombre de Elena Lacunza, y una chica bastante parecida a Natalia con el pelo naranja salió en ella junto con un chico un poco mayor al lado suyo.

—Elena, ¿qué coño haces llamándome ahora? Aún me quedan treinta minutos de turno.

—Mamá nos ha dicho que tenemos que irnos contigo aunque ninguno quería. Nos ha obligado —dijo la chica con una voz parecida a la de Natalia.

—¿QUÉ? NO PODEÍS VENIR, NO VOY A IR CARGANDO CON LOS DOS POR EL CENTRO COMERCIAL COMO SI FUERA VUESTRA MADRE.

—Eso díselo a mamá, ¿a que sí Santi?

—Lo siento Natalia —dijo el que suponía que era el hermano de ellas dos.

—Pfff, ni siquiera me he traído suficiente dinero para todos. A ver cómo solucionamos esto.

—Podemos hacer un "simpa" —propuso Elena con mucha naturalidad.

—No vamos a hacer un simpa Elena no seas cabra. A ver —miró el reloj que llevaba en la mano izquierda —¿A cuánto estáis?

—Unos cuarenta minutos, vamos en bus.

—Vale, esperadme a la salida de la tienda e iremos a tomar algo, si nos da el dinero.

You are Toxic | One Shots AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora