Estaba cien por ciento seguro que había nacido en el momento, siglo, época y año equivocado, pues no había cabida y nunca la habría en su mente para que todo en su vida se simplificara de manera tan subordinada y manejable para algunos, y por esa razón la vida era una constante lucha para sobrevivir, hacerte respectar por los demás, seguir los roles sociales según el género y sobre todo mantener tus derechos como persona ante aquellos que piensan que tienen el mundo a sus pies gracias a su poder dentro de la sociedad; aquella sociedad que se regía por una pirámide, en la cual si estabas en la base no eras nadie; tu voz nunca seria escuchada, tus palabras no serían tomadas enserio y tu opinión no valdría de nada.
Entonces, si tu vida sobre la tierra se simplificaba y minimizaba de esa forma, ¿Cuál sería el motivo para vivir? ¿Por qué vivir de aquella forma cuando sabias a la perfección que merecías más?
Todos los días, en todos los despertares y anochecidas, antes de ir a dormir, antes de levantarse, antes de salir de casa e incluso antes de tomar un baño; Kim SeokJin se preguntaba aquello viéndose al espejo, desde que tuvo que golpearse con la dura realidad de ser un ser sin palabras a tomar en cuentas, una persona que tuvo que abandonar la vida que amaba y cambiar de forma drástica solo con el pensamiento de que tenía que defenderse, un ser humano que tenía que cargar con algo demasiado pesado sobre su débil espalda como se lo habían hecho saber siempre, por el único hecho de ser un omega; un débil y sin derechos omega.
Pero él siempre supo que no nació para eso, que su vida no debía depender de las leyes impuestas por personas que despreciaban a su clase, que él no nació para servir a nadie y justamente por aquella razón se encontraba en ese lugar; con las manos sujetas a la silla y viéndolo a la cara con un odio y rencor dividido con una línea muy fina del amor y la añoranza.
— Así que siempre fuiste tú... Kim SeokJin.
Su voz había sonado casi en un susurro por la sorpresa, sin embargo en sus carnosos labios −aquellos que alguna vez delinearon su piel de todas las formas, esos que una vez no deseo dejar de saborear y sentir sobre su cuerpo− se dibujó una pequeña y maliciosa sonrisa.
— No puedo decir lo mismo... Kim NamJoon, porque siempre supuse que eras tú —le devolvió la sonrisa, contestándole en un tono calmado, sin darle mente al hecho de que ahora se encontraba en sus garras; en su territorio— Sin embargo, comprobarlo con mis propios ojos es una grata sorpresa.
El alfa no contesto, lo miro expectante con aquella intensa y filosa mirada que SeokJin no recordaba haber visto en sus pequeños y avellana orbes en aquel tiempo. Lo miro tratando de descubrir todos sus pensamientos y pesadumbres; rebuscando en la caja de recuerdos de su pasado el principio de todo, para poder comprender el desenlace que tendría el final.
