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—Si tan sólo levantara la cabeza de esa maldita libreta por un momento y me prestara atención, todo sería más fácil.

Dongyoung suspiró y Yuta, quien llevaba escuchando sus quejas lo suficiente como para cansarse, puso los ojos en blanco y se recostó en la silla mirando de reojo a Jungwoo intentando encontrar qué era lo que el chico tenía como para que su amigo se quejara tanto cuando éste no le prestaba atención. 

—Es un lindo chico —afirmó sonriendo de lado y no pudo evitar soltar una carcajada por la mirada que Doyoung le dio—. Tranquilo, no es mi tipo.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo es tu tipo? —bufó cruzándose de brazos.

Yuta se enderezó en su asiento y recorrió al chico frente a él de pies a cabeza antes de sonreír con dulzura.

—Ya sabes —dijo—, del tipo que no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor, ni de los sentimientos que las personas tienen por él, por más obvios que sean. —Aunque quizá su descripción también encajaba un poco con Jungwoo. 

Sonrió, tal vez era por eso que ambos, Doyoung y Jungwoo, quedaban tan bien juntos.

—Alguien así debe ser muy estúpido.

—Sí, debe serlo —concordó Yuta riendo profundamente y meneando la cabeza en señal de negación—. Claro que lo eres —murmuró—; deberías hacer algo al respecto, desde aquí se ve que también le gustas. Jungwoo no dará el primer paso, hazlo tú.

Dongyoung pareció meditarlo por unos cuantos segundos, pero terminó negando con la cabeza. Generalmente presumía de su gran astucia e inteligencia, de lo fácil que descifraba a las demás personas, sin embargo, cuando se trataba de algo que lo involucraba parecía que de la nada era el idiota más grande de todos.

—¿De qué estás hablando? —se quejó—. Ni siquiera me mira y últimamente pasa todo el día escribiendo, ¿cómo se supone que voy a gustarle también si apenas es capaz de acercarse a mí?

—Ahí tienes la respuesta. —Yuta chasqueó la lengua—. Conoces a Jungwoo, los nervios son su peor enemigo. ¡Debes gustarle así de mucho como para que quiera evitarte! —Doyoung puso los ojos en blanco y meneó la cabeza, negando—. Está bien, piensa lo que quieras, tú serás quien  quede como idiota al final, pero que conste que yo te lo dije. ¡Le gustas también!

—Sí, le gusto tanto como tú a Mark —dijo con sarcasmo y Yuta se llevó una mano al pecho fingiendo dolor.

—Bien, entiendo que no quieras aceptar que tienes loco al chico que te trae loco a ti también, pero no es necesario que me ataques a mí con tu sarcasmo para desquitarte. No tengo la culpa de que ustedes sean un par de idiotas incapaces de abrir los ojos —meditó por un momento—. Y yo sí le gusto a Mark, sólo que él aún no se da cuenta.

—¿Así como Sicheng?

—¡Estamos hablando de tus fracasos amorosos, no los míos! 

—Ah, Yuta hyung —suspiró—, ¿qué voy a hacer? 

Dongyoung se dejó caer sobre la mesa frente a él y el mayor le dio algunas palmadas —no demasiado delicadas— en la espalda intentando hacerlo sentir reconfortado, pero fallando en el intento.

—No lo sé, ¿qué vamos a hacer? 

—¿Vamos? —preguntó levantando la cabeza y mirándolo con un destello de esperanza—. ¿Me ayudarás?

—Oh, no —negó rápidamente agitando las manos frente a su rostro—. Cada uno por su lado, ya sabes, qué harás tú con Jungwoo y tu vida amorosa y qué haré yo con la mía. Ya te ayudé lo suficiente por hoy, no pidas más.

SIN MOVER UN DEDO 指 DOWOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora