Me despido de ti (por onceava vez)

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  Sé que, no es la primera vez que te digo adiós y seguro piensas que no va a ser la última y que esta es otra amenaza más en las que digo que me voy pero al caer la noche sigo aquí.Si me he quedado, no es porque me falten motivos, te juro que si los escribiera, se haría una lista tan larga que llegaría hasta la siguiente cuadra, pero lo que me ha detenido es uno: creer que el hombre del que me enamoré sigue escondido allí, detrás de algún ventrículo de tu corazón.

 ¡Me niego a creer que ese hombre a dejado de existir!Con él conocí todas esas cosas que creí imposibles, tiré las máscaras, defendía la existencia del amor en cada debate de esos que surgen después de tres cervezas, ahora ¿Cómo me explico que ya no existe?¿Cómo desecho todo eso en lo que yo creí?Las personas cambian, sé que no echamos raíces al piso para permanecer en un sitio, pero ahora eres alguien que no conozco, tu rostro es el mismo, el armario también, pero tú...no eres tú y eso me hace sentir que yo tampoco puedo ser yo.

 Ahora solo somos un recuerdo, recuerdo del que yo quiero seguir aferrada que puede volver cuando ya se ha desvanecido veranos atrás, como esas canciones viejitas que no tienen un fin definido y van desapareciendo poco a poco hasta que dejas de escucharlas, así como dejé de escucharte a ti.

 No me percaté cuando se trazó una línea en la habitación, una barrera entre tú y yo, donde aún hablando el mismo idioma, no podía entenderte así que solo recurrí a quererte pero solo querer no es suficiente.

 Somos dos desconocidos que se conocen cada rincón del alma, todos esos suspiros profundos por las madrugadas, los carpetas secretas de word y el historial de canciones culposas del reproductor «Fuimos» no más, porque ya no estás, y yo tampoco debería, porque si sigo amando a un fantasma, terminaré solicitando un exorcismo que me libre de tu recuerdo porque parece tener voluntad propia, llega a desordenar lo poco que voy construyendo y vuelvo a quedar tendida de un hilo, con un desequilibrio emocional, lesiones mentales y otra taza de café doble.

 Si algún día decides volver...No dudes en llamarme, pero te advierto que no contestaré.

 Adiós (por onceava vez)  

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