9. Lágrimas

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Lágrimas

—¿Crees que te podrías convertir en un hombre lobo?

Abril está recostada a los pies de mi cama, donde estoy tumbada con un cómic abierto sobre mi estómago.

Pongo los ojos en blanco.

—No, tonta. Solo han sido unos arañazos un poco profundos. No creo, ni quiero, convertirme en el lobo descamisado de Crepúsculo.

—Qué pena. Yo quería verte perdiendo el control y convertirte en una gran bola de pelo.

Me encojo de hombros y retomo el cómic mientras Abril juguetea con los flecos que rodean uno de los cojines granates de mi cama.

—Te quedas con las ganas.  ¿Qué habéis hecho esta tarde? ¿Has cazado algún turista con tus encantos?

Abril suelta una carcajada ante mi tono burlón.

Los chicos y Abril siempre han sido una mezcla que nunca cambia. Sus dulces ojos azul cielo conquistan a cualquiera. Su sonrisa facilona y provocativa atrae a cualquiera. Su personalidad extrovertida y atrevida engancha a cualquiera. Su cuerpo de modelo seduce a cualquiera. En definitiva, Abril nunca ha tenido, y nunca tendrá, problemas para tener a un chico a su lado.

Se sienta en el colchón, haciéndolo botar.

—No. Por varias razones. Una: todo el mundo habla en élfico o en catalán y no entiendo una mierda de lo que me dicen, ni ellos de lo que yo digo. Dos: mis ojos están anclados en el culo de Lucas.

—¿El monitor?

—Ahá —asiente mientras sus ojos se iluminan con deseo.

Meneo la cabeza, resoplando, pero paro cuando el recuerdo de los labios de Puck sobre los míos se cuela entre mis pensamientos. Noto el calor en mis mejillas y me detengo. Si yo me he liado con uno de los monitores, no le puedo decir nada a Abril. Me planteo contarle lo de esta mañana a Abril, pero me detengo en el último segundo al darme cuenta de que prefiero que el secreto siga siendo secreto.

Abril pierde su sonrisa en un abrir y cerrar de ojos y me mira fijamente, atravesándome con el cielo de sus ojos, como si quisiera transformar mi cuerpo en un ser transparente.

—¿Qué?

Pasan unos segundos hasta que ella responde.

—Nada. Solo que Robin se pasó toda la noche contigo… ¿Lo sabías? — Esconde las manos debajo de sus muslos, sin apartar la mirada de la mía, curiosa—. Se tiró toda la noche metido aquí dentro…

—Es su trabajo como monitor.

—…cuidándote.

Noto que el rojo de mis mejillas se incrementa.

—¿Y? ¿No es lo que se supone que hacen los profesores y monitores cuando alguno de sus alumnos es atacado o le pasa algo? —Digo vacilante.

Rodeo la tela de la blanca sábana con fuerza, temiendo la conversación que Abril está deseosa por abordar.

Y… Que sí que tienen que hacer eso, pero no dormir con su alumno herido. Esta mañana hemos llegado tarde al parque Well porque él ha salido una hora tarde de habitación —clava su dedo índice en mi pecho. Le aparto la mano y la miro con los ojos fruncidos—. No me mires así, es raro porque cuando Norma empezó a dolerle la tripa y a vomitar no se quedo más de diez minutos con ella. Y, además, no os habéis despegado desde el primer día que llegamos. Y han pasado diez días, Casiopea. Diez días en los que parecíais, y parecéis, querer acostaros en cualquier esquina en cualquier lugar.

Ever Dream [PARADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora