Capítulo 18: Heridas.

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"AMOLAD es propiedad de The Snipster"

Lourdes Lovelance era una chica con suerte, había ido a una prestigiosa universidad y se había graduado con honores en la carrera de administración, sus padres eran dos expertos en moda que la habían querido mucho y le dieron cuanto pudieron, por eso al saber que su hermosa primogénita fue aceptada como la asistente del nuevo director de la compañía Ardent, le bridaron sus mejores deseos y la dejaron partir sola a Nueva York.

Lou como la llamaban todos sus conocidos, entró en el majestuoso edificio del corporativo Ardent, donde Des Aeva su nuevo jefe la esperaba, el hombre tan alto e imponente era exigente, y ella perseverante se convirtió rápidamente en su mano derecha. Con el tiempo la admiración por Des se convirtió en amistad y cariño por el joven, y el le confeso su más oscuro secreto: era gay y había estado enamorado de Tomás Natt, su mejor amigo y socio mayoritario.

Cuando ella supo esto, puso un limite con Tom, que no hacía más que coquetearle a toda mujer a la redonda, Tomás parecía odiar a Des y este ultimo al tomar la presidencia se enfrasco en trabajo, por lo cual ella siempre fiel lo apoyo en todo y fue su soporte después de la crisis donde la compañía se llenó de escándalo.

En el evento de la compañía a pesar de sus sentimientos contradictorios por el patán de Tomás, debía estar atenta para que su jefe tuviera un rato de paz con su más reciente conquista.

Leo Spindler, era lo que necesitaba su jefe, un moreno de fuego con ojos resplandecientes y cuerpo de infarto, aderezado con esos tatuajes y rapados de chico malo, a pesar de pensar que el hombre era un arribista, el día de hoy le había demostrado que era digno de confianza.

Encontró a Tomás tomando un whiskey a lado de la insufrible de Vania, el le guiño un ojo al verla llegar de nuevo hacia él.

— ¿Dónde esta Des? — pregunto con furia Vania a la jovencita, pero ella negó con la cabeza, Natt acercó un brazo a la cintura pequeña de Lourdes, aquellas curvas lucirían demasiado bien en su colchón, pero ella alejó su brazo opresor y le dio una mirada furiosa.

— Señorita Vega, mi jefe se retiro del evento hace unos minutos, al parecer alguien le dio alcohol en su bebida, como un truco barato para engatusarlo — sonrió sabiendo que la aludida tendría algo que ver con esa treta, ella volteo los ojos exasperada y se fue a buscar algún otro pobre incauto para no ser parte de los murmullos de la elite.

— Des esta ahora en buenas manos, ¿Por qué no bailamos? — le sonrió Tomás, dejando en una bandeja su vaso, y extendiendo su mano, una música lenta sonaba en el recinto, ella negó con la cabeza, a veces la lealtad era más fuerte que el deseo.

— Tengo que retirarme señor Natt mi trabajo está hecho, al menos por el día de hoy — se disculpó fingiendo pena, él soltó un chasquido, nunca entendería por que la jovencita se negaba a sus coqueteos, pero no por eso podría perder su caballerosidad.

— Mi chofer la llevara a casa, por favor déjeme al menos tener esa cortesía con usted — le dijo besándole la mano, tan tersa y pequeña que contrastaba con la suya, Lourdes acepto la oferta y se retiro con los escoltas del socio de su jefe, quien solicito un nuevo trago, esa joven algún día seria suya, pero por el momento, el alcohol apagaría la llama de su interior.

Al día siguiente Des llegó a la oficina con una enorme sonrisa, había tenido una noche maratónica con Leo, su cuerpo aun se sentía magullado por los devaneos, pero un analgésico y una mañana sin citas agendadas sería suficiente para recuperarse, su iPhone comenzó a vibrar en el bolsillo de su pantalón Calvin Klein, era Tomás quien llamaba.

Miradas (AMOLAD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora