Vendida

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Era una chica pelirroja de ojos azules, estaba demasiado delgada debido a la probable desnutrición por las condiciones precarias en las que posiblemente vivía.

―Yo sé cocinar, lavar, y soy buena haciendo cuentas y tengo estudios básicos ―Kate ya no sabia qué más decir para que las ofertas aumentaran.

―¿Sabes cuidar niños? ―esta vez la pregunta hizo que muchos se sorprendieran y comenzaran a gritar cantidades y cantidades de dinero.

―Sí, yo tengo cuatro hermanos y he cuidado de ellos, además soy buena en economía...

―¡Les advierto que cualquier cantidad que ofrezcan yo la superaré! ―advirtió Andrew con una mirada feroz dirigida hacia Katherine, quien solamente enredaba uno de los vuelos del vestido entre sus dedos.

―Un millón de zyitas ―fue la última oferta que hizo un hombre de cabellera del color del chocolate.

―Un millón cien de zyitas ―culminó Andrew con una sonrisa de satisfacción.

Al fin había encontrado a una buena esposa que tal vez podría servir también como sirvienta. Al parecer tenía todo el perfil para ser una, sin embargo su belleza lo hacia dudar de que realmente fuera pobre. Aun así, ya había realizado su oferta y se la había comprado.

―¡Vendida al hombre con el número trece! ―gritó Gravy haciendo bajar a Katherine de la plataforma.

Listo, ya había conseguido un comprador y una fortuna para su familia. Ahora ellos podrían aprovecharlo para salir de la miseria, y a los niños les serviría para poder pagar un poco de educación.

Katherine bajó del escenario y fue jalada por las manos de Andrew hacia el interior de un carruaje lujosamente diseñado.

―Niña, dime cómo te llamas ―dijo Andrew imperativamente.

―Creí haberlo mencionado en la subasta, si me adquirió como mercancía mínimo debería haber puesto atención a un insignificante nombre como lo es el mío ―respondió Kate dándole la espalda a su nuevo amo.

―Con que tienes el suficiente orgullo como para no doblegarte ante mí...eso es bueno, necesito a una esposa fuerte que sea buena madre.

Esas palabras tomaron por sorpresa a Kate haciendo que volteada de golpe para verlo directamente a la cara.

―Yo no me casaré contigo, mucho menos engendraré un hijo tuyo. Yo sólo lo haré con la persona a la que realmente amo ―comento con completa seriedad observando a Andrew directamente a los ojos.

Él solo soltó una sonora carcajada que obligó al chofer a detenerse.

―¿Amar dices? ―musitó la voz arrogante de Andrew. ―Necesito a una mujer que no me ame y esa eres tú, si no me amas entonces la conciencia no te carcomerá cuando te conviertas en mi mujer ―esas palabras hicieron que Kate comenzara a arrepentirse de haber tomado la decisión de venderse.

El carruaje siguió avanzando rápidamente hasta llegar a la mansión de los Scanlan, sin embargo la inmensidad de la propiedad no sorprendió a Kate; se la imaginaba así desde que escucho la cantidad que él ofreció por ella.

―Entra, Dentro de la casa una de las criadas te mostrará tu dormitorio. Yo me voy al mío.

No la ayudo a descender del carruaje, pero ella tampoco le pidió su ayuda para hacerlo. Él no necesitaba a una mujer autónoma y con semejante mal carácter, deseaba a alguien tan bondadosa como su madre. Tal vez se conseguiría a una amante para cubrir sus deseos.

Kate entró a la casa e hizo una leve reverencia para saludar al mayordomo que esperaba dentro.

―Buenas noches señorita, espero que su estancia aquí sea cómoda y placentera. Si necesita algo no dude en pedirlo a las sirvientas o hágalo directamente conmigo.

Subasta de mujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora