Capítulo 11

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En lo que restó del día no las pasamos patinando sobre el hielo y riendo. Henry no sabe mantener el equilibrio y por eso la mayorías de veces caímos. Porque si, nos mantuvimos agarrados de las manos.

No podía sacar de mi mente lo que me había dicho, pero a pesar de todo se lo prometí aunque tuve ese pequeño presentimientos de que había más detrás de esa simple promesa.

Pero después todo fue bien y divertido aunque podía sentir su mirada y cuando nuestros ojos se encontraba mi piel se erizaba pero no me sentía incómoda como las primeras veces. Hoy es diferente.

Luego fuimos a un restaurante donde cenamos entre risas y me hacía sentir bien, me hacía olvidar tantas cosas que nunca se borrarán pero en ese momento solo éramos él y yo.

(...)

Ya era lunes y me sentía nerviosa, aunque no tengo porque estarlo porque se que podré regresar y retomar mi carrera. Esa que hacía sentir orgullosa a mi madre y a mi padre aunque él me veía como una gran diseñadora. Y Clari, ella siempre decía que yo sería una famosa cantante por lo horrible que cantaba. Sonrió de solo recordarlo y una pequeña lágrima baja por mi mejilla. Nunca pensé que ellos se irían de esa forma tan espantosa.

Yo tenía que morir primero que Claribel porque ella era tan soñadora y ni siquiera llegó a cumplir sus sietes añitos. Tampoco llegó a ver mi regalo.

— ¿Lista? —su voz me sacó de mis pensamientos y rápidamente me puse de pie.

— Si, aunque estoy un poco nerviosa... —sonreí un poco.

Se acercó a mi y puso sus manos en mi hombro. No sabía que hacer, no estoy acostumbrada a su cercanía pero siempre que lo hace logra ponerme los pelos de punta.

— Todo estará bien, tú eres brillante. Recuerda que soy policía y puedo meter preso a cualquiera —cuando terminó rió.

Por supuesto que el no hablaba enserio, solo quiere hacerme sentir mejor y vaya que lo logro. Ahora me siento con más ánimos de ir a la universidad.

— Entonces te pasaré la lista luego —los dos reímos.

Estos pequeños momentos de risa con él son maravillosos, pero lo malo es que ya me está empezando a gustar su risa, de hecho, hasta vergüenza me da decir que todo lo que hace me gusta.

No le encuentro defecto y eso hace que me sienta estúpida porque todo el mundo tiene uno pero y el de él... ¿cual será su defecto? Porque siento que es perfecto aunque se que nadie lo es.

Tal vez él es la imperfección perfecta.

Cuando llegamos a la universidad y todos estaba afuera, quizás llegamos un poco más temprano. Yo no quería que me vieran, de hecho, ahora quiero volverme invisible para que no me vean. Y no es que tenga miedo de sufrir acoso, solo que siento que todo esto está siendo nuevo para mí, como si fuera mi primera vez cuando no es así.

— Vamos —salí de mis pensamiento y lo sostuve de su suéter antes de que saliera. Su ceño se frunció mientras me miraba interrogante.

— Yo... —pero me callé cuando su celular comenzó a sonar.

— Espera —miró quien llama y salió del auto no sin antes darme una mirada de disculpa. De seguro es de su trabajo.

Miré por la ventana y todos hablaban y reían haciéndome recordar que esos días en los que mi padre venía a dejarme mientras hacía sus bromas.

Agarré mi mochila llenándome de valor y dejar toda la cobardías atrás para así enfrentar a mis miedos porque ya no estoy sola. Salí poniendo mi mochila en unas de mis hombros como siempre lo hago y antes de caminar a la entrada me volteo para ver a Henry todavía hablando.

— Lo siento por no poder acompañarte pero me surgió un asunto muy importante y el cual no puede esperar —dijo cuando colgó la llamada.

Me sentí un poco decepcionada porque pensé que él estaría conmigo pero bueno, él tienes cosas más importantes y urgentes que hacer y yo no puedo prohibírselo. Además, no puedo enojarme con él.

— Está todo bien. Cuídate mucho —sonreí para que vea que todo está bien.

Se acercó a mí y sin previo aviso solo sentí como él rodeaba mi cintura con sus manos haciendo que me estremezca pero le correspondí porque este abrazó me hizo sentí demasiado bien.

— Cualquier cosa solo avísame —y de todas las cosas que no me llegue a espera fue cuando besó las comisura de mis labios, sintiendo como el tiempo se detuvo.

Vi como el auto se alejaba, perdiéndose de mi vista. Aunque no quería que se fuera no puedo quejarme, él es una persona dulce conmigo y solo puedo estar agradecida. Sonreí.

En El Olvido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora