ink

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Advertencia: sexo explícito.

Así que si os incomoda el tema, no lo leáis.

Espero que os guste 🖤

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El frío entumecía su cuerpo mientras caminaba a paso rápido por las calles de Madrid, con las manos en los bolsillos de su abrigo y la nariz enterraba en su bufanda. El invierno en la capital se hacía cada vez mas difícil de sobrellevar y se podía apreciar en lo desierta que estaba la cuidad. Eran las 18:55 de la tarde pero había oscurecido tanto que el cielo se cernía negro sobre él. Apresuró aún más el paso cuando el viento sopló con más fuerza agitándole el pelo y dejó escapar un suspiro aliviado cuando finalmente vio el cartel con el nombre del local que buscaba. Ink Tattoos. De pronto los nervios volvieron a golpearle, haciendo que su mano dudase antes de llevarla al timbre, temblando cuando lo hizo tanto por el frío como por el miedo. Finalmente la puerta se abrió dejando ver tras ella a una joven alta con el pelo rizado que le sonrió amablemente en cuanto le vio.

-Tú debes de ser Raoul ¿verdad? - Preguntó apartándose de la puerta para dejarle pasar. Él simplemente asintió y se dio prisa en entrar para refugiarse en el calor que salía del local. Cuando hubo recuperado más o menos una temperatura corporal normal, siendo finalmente capaz de sacar las manos de sus bolsillos, alzó la mirada pasándola por la estancia. Miles de cuadros y dibujos adornaban las paredes, con diseños de todo tipo, en todos los colores y de todos los tamaños sobre la piel de desconocidos. Adornos un tanto obscenos para su gusto decoraban toda la habitación y la palabra "tatuaje" se repetía en todos los idiomas del mundo. A un lado había un pequeño mostrador tras el cual ya se había sentado la chica, con la vista fija en el ordenador que tenía delante. Se mordió el labio balanceándose sobre la punta de sus pies sin saber qué hacer hasta que la chica le llamó para que se acercase. Levantó la mirada de la pantalla del ordenador para observarle y se sintió algo intimidado cuando le inspeccionó con curiosidad.

-¿Principiante? - Preguntó alzando una ceja y sonriendo levemente. Raoul, que había vuelto a distraerse mirando la decoración del sitio, se giró hacia ella con el ceño fruncido.

-¿Perdón? - Murmuró mientras se obligaba a sí mismo a que la voz le dejase de temblar. La chica rió levemente.

-Que si es tu primer tatuaje - Aclaró mirándole atentamente hasta que él asintió - Se nota.

-¿Se nota?

-Chaval, llevas mirando extrañado los tatuajes de la pared desde que has entrado. Además no paran de temblarte las manos. ¿Quieres calmarte? No es para tanto - Habló con rapidez haciendo que Raoul se sonrojara levemente al darse cuenta de que parecía un poco tonto - Soy Miriam, por cierto.

-Encantado - Contestó aclarándose la garganta y cogiendo aire mientras intentaba relajarse.

-Vale, a ver - Dijo mientras miraba de nuevo el ordenador - Tienes cita con Agoney ¿verdad?

-Sí.

-Buena elección, sobre todo si es el primero - Le sonrió y después señaló una puerta al final de la sala - Es ahí, está esperándote ya. Puedes entrar cuando quieras pero tómate tu tiempo, no vayas a desmayarte.

Raoul inspiró mirando hacia donde había señalado y se preguntó cómo era posible tenerle miedo a una puerta. Miró a la chica, Miriam, una última vez asintiendo para después dirigirse a la puerta mientras intentaba no pensárselo más porque si lo hacía, acabaría saliendo de allí volando. Llamó a la puerta con sus nudillos, intentando parecer decidido, pues se negaba a hacer el ridículo otra vez. Cuando escuchó un leve "pasa, pasa" cogió aire una última vez antes de abrir la puerta. Se encontró con otra estancia decorada de forma semejante a la anterior solo que esta contaba con una camilla, un gran espejo, un par de banquetas y una mesa llena de artilugios que le helaron la sangre. Sentado en una de las banquetas, había un chico, no mucho más mayor que él, ocupado en limpiar las piezas de la máquina que usaba para tatuar. Se fijó en él, aprovechando que no le miraba para recorrerle con la mirada de arriba a abajo. Se fijó en sus piernas levemente abiertas sobre la banqueta, enfundadas en un pantalón negro apretado que tenía que estar cortándole la circulación. Se fijó en sus brazos, sorprendentemente limpios y libres de cualquier dibujo o letra, flexionados y perfectamente marcados y en su pelo moreno y rizado que le caía por la frente tapándole la cara.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2019 ⏰

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