"Al ver mis ojos en el espejo, todo se sintió muy raro, como si no fuera yo"
"Miré hacia mi alrededor, hacia las mismas calles que transcurría todos los días; pero esta vez parecían tan desconocidas. Es como si ya nada fuera igual"
--Buenos días cielito - fue lo primero que escuché al salir de mi cuerto, justo cuando mi mamá pasaba por allí -- ¿cómo dormiste?
--Buenos días ma, dormí muy bien. Salvo por una pequeña pesadilla que tuve, pero no es nada relevante la verdad
--¿Alguien dijo pesadillas? Vamos, cuentele a la experta -- ahí estaba mi hermana, bajando las escaleras mientras hablaba más alto de lo debido
--No grites, aún es muy temprano - dije un poco enfurruñada -- y sí, tuve una pesadilla
--Ugh que raro la señora gruñona de mal humor. Y ya escuché lo de la pesadilla, pero quiero que me cuentes
--Chismosa -- susurré, a lo que ella respondió dándome un leve golpe en la cabeza --. No me acuerdo mucho. Sólo sé que yo estaba tirada en el piso de lo que parecía ser un baño; estaba desmayada y alguien me agradaba con fuerza mientras repetía "perdón, todo es mi culpa. Sólo... No te vayas, por favor" -- terminé de contar mientras buscaba las cosas para prepararme el café de cada mañana
--Woa, qué fuerte -- la miré y ella realmente se veía conmovida -- ¿no crees que es algo raro que siempre tengas ese tipo de pesadillas?. Quiero decir-
--Basta de tanta cháchara, tomen sus desayunos que todavía les falta cambiarse y luego al colegio
--Como diga, jefa -- mi hermana hizo un gesto militar, a lo cual todas reímos
--Vamos Vera, deja los chistes y apúrate
--Esto es injusto, ¿por qué no le dices nada a Luz?, ella siempre tarda mucho en hacerse el café -- fingió lloriquear
--En primer lugar, el café es sagrado. Y en segundo lugar, yo no soy la que tarda mínimo una hora para prepararse -- le saqué la lengua como si aún tuviéramos cinco años; e iba a seguir molestándola hasta que recordé algo --. Mamá, mamá, mamá
--¿Si? ¿qué pasó? -- paró en seco cuando oyó mi llamado
--¿Podemos pasar a buscar a Lucía? -- y tan sólo un segundo después de pronunciar ese nombre sentí como mi cara se iba calentando. Estaba sonrojada. Yo odiaba sonrojarme, sobre todo si era por un simple nombre (aunque en realidad era más que eso)
--Oh, Lucía, Lucía. Mamá, ¿podemos buscar a mi amada Lucía? -- mi hermana me burló intentando -fallidamente- imitar mi tono de voz; por lo que yo le tiré con un trapo que encontré
--Vera -- la regañó mamá, pero también riéndo --. Claro que podemos pasar a buscarla, Luz, pero entonces ponganse en marcha y dejen de tardar tanto -- y no hizo falta nada más para que empezara a apurarme, a lo que rieron tanto mi mamá, como mi hermana
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--Ah... Parece como si fuera ayer que recién comenzábamos las clases, ¿no es así?
--Oh sí, Sofía, tal vez sea porque ayer comenzamos las clases -- Lucía soltó una fuerte carcajada por las ocurrencias de nuestra amiga
